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    Acero puro
    Críticas
    2,5
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    Acero puro

    Avatares del cine de videojuegos

    por Manuel Yáñez

    De entre la infinidad de figuras mítica que pueblan el imaginario del cine americano,viene a cuento destacar aquella conocida como el "underdog": el luchador que, contraviento y marea, resurge de sus cenizas para, desde la mayor de las desventajas y con lamayor de las dedicaciones, enfrentarse y superar al poderoso. La vieja historia de Davidcontra Goliat pasada por el filtro épico de la narrativa de Hollywood, protagonizadapor tipos como Rocky, el Daniel Larusso de 'Karate Kid', o los espartanos de '300',por mencionar una selección variada. Pues bien, a esta lista cabe ahora sumar al CharlieKenton de 'Acero puro (Real Steel)', un ex-boxeador venido a menos al que ponepectorales, aires de cowboy y sonrisa macarra el bueno de Hugh Jackman. Reconvertidoen "agente" de Robo-boxeadores, Charlie se arrastra por antros de mala muerte en losque desfoga su temperamento de cabeza hueca al mando de robots que han sustituidoa los viejos gallos de pelea. Pero claro, todo cambia cuando Charlie se entera de que lamadre de su desatendido hijo ha muerto y que ahora debe aprender a ser un papá genial.

    Lo más sorprendente de 'Acero puro' consiste en descubrir que la película está basadaen una historia corta escrita, en 1956, por el maestro de la fantasía y la ciencia-ficciónRichard Matheson. Sorprende porque, viendo la película, uno juraría que está antela adaptación de un cómic o un videojuego. Independientemente de los cambiosintroducidos en el relato, el instinto profético de Matheson resulta asombroso (algo queya descubrimos hace un par de años cuando el Richard Kelly de 'The Box' convirtióotro de sus relatos en una reflexión sobre la alienación del ser humano contemporáneo,adepto a todo tipo de botones y pulsadores). Aquí, el director/mercenario Shawn Levy,responsable de la saga de 'Noche en el museo', convierte el relato de Matheson enuna sucinta reflexión sobre la lógica del "cine de videojuegos", un término que, másallá de las adaptaciones con aroma a bit, apela a todo ese cine adepto a las realidadesvirtuales y sus jugadores. 'Acero puro' es "cine de videojuegos" de la misma maneraque lo fueron 'Tron', 'Corre, Lola, corre' o 'Perseguido', la mítica película de ArnoldSchwarzenegger.

    La chicha de 'Acero puro' se encuentra en la relación que se establece entre lo quepasa dentro y fuera del robo-ring. Lo que ocurre dentro es pura realidad virtual. Losrobots son los "avatares" de esos niños grandes (Jackman y compañía) enganchadosa sus sofisticados joysticks digitales. De hecho, en el vibrante clímax final del filme,cuando el "reconocedor de voz" de Adam (el robot bueno) deja de funcionar, HughJackman tiene que convertirse en la "sombra" del robot, transmitiendo físicamente todaslas órdenes: verdaderos mandobles de acero. Y es que, cuando se rompe la virtualidad,emerge el gran héroe humano, como en 'Avatar' de James Cameron o 'Matrix' de loshermanos Wachowski. Por cierto, un tipo de heroísmo que, hoy en día, cualquiera puedeprotagonizar gracias a las consolas de última generación, capaces de trasladar nuestrosmovimientos a la acción.

    Por su parte, el mayor problema de 'Acero puro' se encuentra fuera del robo-ring, donde transcurre un drama repleto de clichés y psicología de baratillo: la vieja rendición delPeter Pan (Jackman) que aprende a ser un hombre gracias a los sentimientos paternalesy el compromiso afectivo con la sufridora de turno (Evangeline Lilly). Con todo, ya pesar de su manida apología del sueño americano y las segundas oportunidades, lapelícula termina siendo un vistoso cóctel que reúne lo mejor y lo peor de películascomo 'Transformers', 'Rocky', 'El luchador' y 'El gigante de hierro'.

    A favor: El concepto del robo-boxeo.

    En contra: La ramplonería del drama paterno-filial, decorado con uno de esosrenacuajos listillos y cabezotas con los que nos suele bombardear Hollywood (y elentertainment en general: pienso en Justin Bieber y compañía).

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