Mortadelo Holmes y Filemón Watson
por Alejandro G.CalvoEl éxito de taquilla de la tan ramplona como inflada 'Sherlock Holmes' que dirigiera Guy Ritchie hace tan sólo un par de años ha propiciado esta segunda entrega donde, lejos de intentar pulir el trazo grueso que ya dirigía las líneas de la película precedente, infla hasta la extenuación su exitosa fórmula de escaso riesgo: peleas, persecuciones, explosiones. Es como si a Ritchie la sagacidad e inteligencia del personaje creado por Arthur Conan Doyle sólo le sirviera para prevenir en forma de flash-forward todas y cada una de las peleas que transcurren en la cinta (y hay muchas); no hay ni rastro de los meticulosos procesos deductivos, ni un mero atisbo del proceso lógico que debería seguir una investigación. Holmes ya no piensa, simplemente tiene iluminaciones subrayadas por unos tan fugaces como veloces movimientos de cámara que sirven como paupérrima coartada para justificar el desarrollo de la narración.
Claro que igual peco de ingenuo: ¿A quién le importa hoy en día si una trama es inconsistente con tal de que el resultado sea entretenido y/o espectacular? Bien visto uno podría pensar que el Holmes del Siglo XXI tiene que pasar de la palabra a la acción, como si a nadie le interesara ya ver a gente hablando en el cine (lo que es mentira), convirtiéndose en una especie de Batman con pipa experto en jiu-jitsu y en disfrazarse de forma cada vez estrambótica. El problema es que ni siquiera creemos que 'Sherlock holmes. Juego de sombras' sea entretenida: su continuo desbarre entre secuencias de acción filmadas al ralentí –con todo el arsenal de FX del que Ritchie es capaz de disponer-, sólo podría funcionar por acumulación –como contar diez chistes malos seguidos... siempre hacen más gracia que uno solo-, pero ni eso. La apatía del espectador frente a los continuos bombazos en la pantalla se traduce en un sonoro bostezo, únicamente intercambiable con la media sonrisa que surge al ver las chanzas que se dispensan Holmes y Watson. Lo que hace de la película que sea más el perfecto cierre de la trilogía de 'Mortadelo y Filemón' española, que de la intrépida buddy movie que pretende ser.
A favor: Jared Harris como implacable Moriarty
En contra: El inane personaje de Noomi Rapace (la Lisbeth Salander sueca)