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    The Host (La huésped)
    Críticas
    2,5
    Regular
    The Host (La huésped)

    Los ultracuerpos y el amor

    por Beatriz Martínez

    En los últimos tiempos los autores de bestsellers se han convertido en las verdaderas cabezas visibles de las adaptaciones cinematográficas que se hacen de sus libros. ¿Realmente... qué más da quien las dirija? Los realizadores que se han puesto al servicio de las películas de la saga de Harry Potter o Crepúsculo han supeditado su estilo y sus intereses a las necesidades específicas de cada película, haciendo primar la fidelidad al texto a cualquier otra consideración. Convertir en imágenes las palabras del libro con la mayor exactitud posible, esa ha sido la cuestión. Y lo sigue siendo en la adaptación de la nueva novela de Stephanie Meyer al cine porque, no nos engañemos, ella es la estrella y lo impregna todo. Sin embargo, en esta ocasión, el director elegido para llevar a cabo la adaptación, Andrew Niccol, tiene la particularidad de que ha abordado a lo largo de su filmografía temas muy similares a los que se plantean en el libro de Meyer, lo que le ha permitido incorporar aspectos de la novela a sus intereses particulares. Eso contribuye a que 'La huésped (The Host)' sea una película si no más personal de lo que estamos acostumbrados en este tipo de productos, sí más coherente con la carrera del realizador que le da forma.

    Pero precisamente por esta razón, la película que nos ocupa, se mueve en un terreno algo indeterminado: Por una parte está claramente enfocada al público adolescente, a través de ese casi esquizofrénico y descabellado cuadrilátero amoroso que se sitúa como centro de la narración, pero también aspira a convertirse en un film más adulto en el que se plantean ideas visuales más elaboradas y paisajes emocionales algo más complejos que los expuestos en otros blockbusters similares. Es decir: La prosa de Meyer, ante la que nada se puede hacer, y la personalidad cinematográfica de Niccol. Por supuesto gana la primera parte del binomio: El trazo romántico grueso, los diálogos disparatados, el regusto a refrito argumental... pero también queda la sensación de que, a pesar de lo zafio del conjunto, la película tiene un estilo mucho más reflexionado y demuestra una mayor inquietud por exponer los conflictos internos de los personajes (el tema de la identidad escindida, sobre todo), que seguramente tenga que ver más con las propias inquietudes del director que les da forma.

    Recordemos que Andrew Niccol debutó con la película de ciencia ficción 'Gattaca' (1997), cuyo punto de partida no se encuentra tan alejado del que da lugar a 'La huésped (The Host)': Una sociedad alienada, en la que el ser humano ha dejado de tener sentimientos para dar lugar a entes evolucionados incapaces de albergar sentimientos, ni buenos ni malos. En esa ocasión, se intercambia la genética avanzada por una raza alienígena invasora, y los problemas de identidad derivan en el conflicto que se establece en el cuerpo de una joven entre su conciencia originaria y la invasora, estableciéndose un diálogo interno entre ambas personalidades.

    El resultado, como hemos dicho, resulta difuso: La película intenta avanzar por el camino de la ciencia ficción pero le frenan sus pretensiones románticas y trascendentales, así como su filosofía new age de manual. Cuando una parte parece ofrecer matices interesantes, la otra termina imponiéndose de manera lapidaria. Falta saber hasta qué punto el público originario al que va dirigida asumirá los mínimos retos a los que aspira la película. Por el momento, nos quedamos con lo bueno: Con ese intento de quiero-y-no-puedo de insuflar algo de personalidad a un producto condenado al fast food adolescente.

    A favor: Los diálogos de amor a cuatro bandas resultan involuntariamente divertidísimos.

    En contra: El discurso siempre pacato y reaccionario que subyace en el subtexto de las obras de Meyer.

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