Trimpin suena a baile moderno, pero en realidad es el nombre de un artista-músico-inventor residente en Seattle. Trimpin (sólo el apellido), en sus propias palabras, no quería ser un "técnico, un ingeniero o un compositor, sino algo que quedaba en medio de esas cosas". ¿Es un mago? ¿Un científico? ¿O un músico? ¿O todo a la vez? Nativo de Alemania, Trimpin se mudó definitivamente a Seattle en 1980 porque allí "el acceso a basura tecnológica de calidad era mucho mayor". Y eso, en pocas palabras, es lo que hace el gran Trimpin: dar nueva vida a instrumentos muertos; resucitar piezas convirtiéndolas en insólitos monstruos. Ha fabricado esculturas musicales con cien guitarras, fuentes musicales en las que el agua es el músico y compone sinfonías mediante terremotos o murciélagos. The sound of invention documenta su pasado, presente y futuro (el documental culmina en un concierto del Kronos Quartet utilizando instrumentos de Trimpin) mientras suenan los más imposibles cachivaches.