Minimalismo barroco
por Virginia MontesTras el éxito (inesperado) de Slumdog Millionaire, el director británico Danny Boyle partió de la historia real de Aron Ralston, a partir de su libro, para dirigir 127 horas. En ella, seguimos a Ralston (un magnífico James Franco), un escalador que se verá atrapado e inmovilizado en la montaña. A partir de esta situación, Boyle construye una película en apariencia minimalista pero barroca en su resolución visual, en la que la interpretación de Franco sostiene gran parte del metraje, por no decir que a todo. El director británico, quizá lanzado por la repercusión de su película anterior, se propulsa hacia una locura visual en la que la puesta en escena resulta tan apabullante como simplemente excesiva. Hay soluciones magníficas y todo denota que tras la cámara se encuentra un cineasta que piensa la imagen, que sabe narrar con ella. Pero curiosamente todo esto no es suficiente para que 127 horas no sea más una medianía barroquizante hasta la extenuación, una de esas películas cuya naturaleza parece responder a la necesidad de su director de dejar constancia de su "genialidad". Y en 127 horas lo comprendemos, pero nos acaba dando un poco igual porque aunque Boyle sea capaz de crear cierta tensión en la narración, esta acaba diluyéndose ante unos movimientos de cámara y unos encuadres que apenas acaban teniendo sentido. Una película fallida, más que mediocre.
A favor: James Franco.
En contra: La puesta en escena de Boyle acaba ahogando el dramatismo de la narración.