Alto voltaje católico
por Suso AiraNo ha tenido demasiada suerte comercial Mark Neveldine, hasta la fecha firmando y filmando al alimón con su colega Brian Taylor. Una injusticia, y muy grande: el tipo que hizo ese par de posmodernas gamberradas con Jason Statham (Crank) o que se alió con Nicolas Cage para hacer un tebeo de acción gótico y western a costa de El motorista fantasma en su segunda, y última, entrega, se merecía lo mejor. Incluso su intentona en el cine más mainstream todavía, la correcta Gamer, fue ignorada y criticada sin piedad.
Resulta pues una alegría hallarle aquí, ahora solo ante el peligro tras las cámaras, en un encargo terrorífico pequeñito pero que acaba funcionando mejor que otros empeños parecidos (léase El rito, The devil inside o especialmente Líbranos del mal). Desde una mirada desapasionada hacia un director al que le gusta experimentar con el lenguaje cinematográfico y la narratividad echando mano de recursos de tebeos o de las más locas formas expresivas de las nuevas olas europeas sesenteras, Exorcismo en el Vaticano tampoco es que aporte nada nuevo al género de las posesiones o del docureality ritual que los found footage han tomado como pretexto en ese empeño de hacer del terror algo real, algo que las nuevas tecnologías y el lenguaje YouTube hagan verídico para un público amamantado en ellas. Su estructura es, en ese sentido, bastante convencional, y peca (lo de pecar es algo que le viene al dedo) de los tics del nuevo cine de horror de productores como Oran Peli o Jason Blum. Sin embargo, cuando uno acepta estos (en mi caso) inconvenientes y se deja llevar por lo que de verdad le ha interesado a Neveldine, que es una puesta al día muy vintage de los enfrentamientos cara a cara entre el Maligno y los súper exorcistas (los Doctores Extraño del catolicismo), se encuentra con una convincente relectura no únicamente de la seminal El exorcista de William Friedkin, sino de clásicos del ocultismo como el The devil rides out de Terence Fisher a partir de la obra literaria de Dennis Weathley. Y eso sí que es un puntazo, en el Vaticano o donde sea.
A favor: su clásico duelo Hammer entre el Bien y el Mal.
En contra: su dependencia de modelos/modas de terror cinematográfico poco interesantes.