¡Apaga la cámara!
por Violeta KovacsicsLa gallina de los huevos de oro puso uno nuevo. Y tal como salió, lo pisó. Paco Plaza debía tener claro que '[Rec]' necesitaba reinventarse: ¿y qué mejor que terminar con dos de sus señas de identidad? '[Rec]3 Génesis' se instala en un a masía donde Koldo y Clara celebran su boda, lejos de aquel edificio de Eixample cubierto de plástico que caracterizó los dos primeros '[Rec]'. En esta ocasión, la coartada para que todo quede capturado por las cámaras es el casamiento: dos chicos están grabando la fiesta cuando, de repente, la celebración se tuerce con un brote de violencia. Al cabo de unos minutos, los invitados ya corren como pollos sin cabeza, con los vestidos de gala manchados de sangre y víscera. Aun no ha aparecido el título de la película, pues Plaza le reserva un lugar especial. Encerrado en la cocina con una niña y un inspector del SGAE (un personaje-chascarrillo parecido al crítico de cine de 'La joven del agua' de Shyamalan) Koldo mira atónito como uno de operadores de cámara siguen grabándolo todo. "¡Apaga la cámara!", le espeta, justo antes de pisarla y terminar, de una vez por todas, con el santo grial de '[Rec]': que la cámara forme parte de la historia. Así, con un pisotón, pasamos del "grábalo todo, por tu puta madre", proclamado por Manuela Velasco en la primera de las tres películas de la saga, al "apaga la cámara".
Plaza y Balagueró habían demostrado que la cámara en mano no era sinónimo de dejadez en la puesta en escena: el plano en contraluz de '[Rec]', en el que un policía sobrepasado por las circunstancias se venía abajo, resulta uno de los mejores ejemplos. Eso sí, sin el corsé de la cámara subjetiva, Plaza da rienda suelta a encuadres que construyen una heroína –el plano de Leticia Dolera, vestida de novia y con la sierra eléctrica en la mano es digno de Tarantino– o que ahondan en una emotiva historia de amor –con un recurso tan clásico como puede ser el plano contra plano–. Plaza ha roto la línea recta de la saga –a la vez que la ha homenajeado con la inclusión de imágenes televisivas del edificio de Eixample–. Ha trazado un retrato preciso de una generación que baila el Chup Chup de Australian Blonde en una boda y ha captado como nadie los lugares comunes y contemporáneos del ritual de boda.
Plaza ha acentuado un sentido del humor que, aunque pálido, ya había aparecido en las dos películas anteriores. Ahora, da rienda suelta a una comicidad que juega con las referencias locales y con el encuadre. En una escena de '[Rec]3 Génesis', Clara está llorando frente a una amiga suya: la conversación entre ambas no podría ser más ñoña y banal (en pleno ataque de infectados no se les ocurre otra cosa que sincerarse). Plaza las muestra en un plano general, frente a un cristal que se va iluminando para descubrir a uno de los infectados. Mientras ellas hablan –en el clásico momento de sentimientos sobredimensionados de las bodas–, el mundo parece estar más cerca de su fin y la saga de '[Rec]' haber superado, para siempre, los ecos del pasado.
A favor: La capacidad para reinventarse. O mejor: la voluntad de reinventarse.
En contra: Que quizá a su humor le cueste cruzar fronteras.