Gamberrismo de culto
por Mario Santiago‘Iron Sky' es una de esas películas que aspiran a erigirse en objetos de culto desdesu tagline (su frase promocional), que en este caso anuncia una premisa argumentaltan surrealista como hilarante: "Los nazis establecieron una base secreta en la lunaen 1945, donde decidieron esconderse y planear su regreso al poder en 2018". Y esoes sólo la mitad del pastel. Por un lado, tenemos a la tropa de nazis galácticos quellevan cincuenta años escondidos en "the dark side of the moon" (literalmente) y cuyoparadero es descubierto por un astronauta negro norteamericano. Pero es que, por el otrolado, tenemos a una Presidenta norteamericana, una doble de Sarah Palin, cuyo granplan para ser reelegida consiste en desplegar en la Luna una pancarta con el lema "Yes,she can!". No hace falta contar mucho más para que el lector se haga una idea delespíritu gamberro, el halo de serie Z y el humor cafre que alientan esta festiva sátirasobre el absurdo de la política mundial. Por momentos, parece que estemos ante unaversión lisérgica o psicotrónica de ‘¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú'.
En la historia de la sátira cinematográfica, los nazis han recibido su merecido de lasmás diversas maneras. Fueron ridiculizados con elegancia por Ernst Lubitsch en ‘Sero no ser'; los animadores de la Warner Bros se mofaron de ellos de lo lindo en cortoscomo ‘Scrap Happy Daffy' o ‘Plane Daffy'; y para rematar el asunto, Quentin Tarantinotiroteó a Hitler de la mano de sus ‘Malditos bastardos'. ‘Iron Sky' podría sumarsea esta lista, aunque el verdadero objetivo de esta farsa multigenérica son los airesimperialistas de la Norteamérica actual, presentada como el sumidero de una distopía enla que el populismo se ha consagrado como lenguaje universal (un poco a la manera dela ‘Idiocracy' de Mike Judge). En el mejor giro argumental de la película, la Presidentayanqui queda embriagada por la retórica demagógica de una ingenua portavoz nazi, quese convierte en la principal asesora de campaña de la trasunta de Palin.
Es ‘Iron Sky' una película que pedalea a golpe de ingeniosos y epatantes gags, unmétodo que conduce a un desequilibrio inherente: algunos chistes funcionan mejor queotros y, como suele ocurrir con las películas de Trey Parker y Matt Stone (los creadoresde ‘South Park'), el filme funciona mejor como una suma de ganchos certeros —lafortaleza con forma de esvástica; la ‘Enterprise' yanqui renombrada USS George W.Bush; o Udo Kier en la piel del Führer— que como un largo y equilibrado combate.En cierto sentido, ‘Iron Sky' remite a otro filme de culto que consiguió aunar conmayor fortuna los códigos de la ciencia-ficción y la sátira política: ‘Southland Tales',la película maldita de Richard Kelly, que sumaba a su cóctel de géneros unos toques defilm noir, que aquí son sustituidos por elementos de la ficción histórica.
Por último, vale la pena apuntar que esta curiosa coproducción entre Finlandia,Alemania y Australia, dirigida por el finlandés Timo Vuorensola (especialista enparodias de Star Trek), parece la perfecta hija bastarda de una generación de creadoresy espectadores que buscan en la parodia y el chiste grueso los argumentos de un cultoaudiovisual e internáutico instantáneo. En ese sentido, podríamos pensar en ‘IronSky' como una obra que dialoga con la red de redes, como ya sucedió con ‘Serpientesen el avión' (cuyo guión se adaptó a las peticiones de algunos internautas), y nodebería extrañar demasiado que, según cuentan sus responsables, más del 10% dela financiación de la película se consiguiese a través de las donaciones de fans,que aparecen escrupulosamente listados en los títulos de crédito de la película. ¿Elcrowdfunding como una nueva forma de cine de culto?
A favor: Algunas ocurrencias geniales, con la de convertir ‘El gran dictador', deChaplin, en un cortometraje de propaganda pro-nazi.
En contra: Los fogonazos de ingenio no consiguen sostener por completo el conjunto.