Un digno relato racial
por Beatriz MartínezParece inevitable que 'Criadas y señoras' (a pesar de su desafortunado título en castellano), se convierta en una de las películas de la temporada, al menos ya lo es en Estados Unidos, donde ha alcanzado un enorme éxito de crítica y público y ya suena para copar un buen número de nominaciones a los Oscar.
Basada en un bestseller de Kathryn Stockett, la cinta narra las tensiones sociales en el Mississippi de los años sesenta, un hervidero de desequilibrios raciales en el que bullía la intolerancia y seguían manteniéndose los vestigios del antiguo sistema de castas en el que el hombre blanco imponía su supremacía cultural y social sobre el ciudadano de color, relegando a este a un estrato humano inferior. En un país instalado en las reformas y la modernización de la era Kennedy, el ambiente desfasado y totalmente anacrónico de ciertas regiones sureñas conformaba un insólito panorama que no era sino la constatación de que la mentalidad estadounidense seguía anclada en un conservadurismo pernicioso. Al mismo tiempo las minorías negras comenzaban a reivindicar sus derechos civiles y el activismo tomaba forma alrededor de la figura de Martin Luther King, pero todos esos impulsos sociales parecían quedar muy lejos del Sur más profundo.
'Criadas y señoras' muestra con sorprendente nitidez esta época convulsa, y lo hace a través de un material muy asequible que utiliza la descripción de ambientes a través de las relaciones entre los personajes, todos ellos perfectamente definidos, y no por más arquetípicos, menos eficaces. Y el retrato no solo es acertado en lo que se refiere a las tensiones raciales, sino también a su capacidad para situar a la mujer como motor de todo ese cambio. La película gravita principalmente en torno a dos personajes: Skeeter (Emma Stone) y Aibileen (Viola Davis). La primera simboliza la necesidad liberadora de la mujer de la época; ha estudiado en la Universidad y, a diferencia de sus amigas de infancia, no sueña no casarse y tener hijos, sino que su mayor aspiración es valerse por sí misma a través de su trabajo. Por su parte, Aibileen ha servido toda su vida en diferentes familias y, tras la muerte de su hijo, siente que ya no puede más. Ambas serán el motor de 'The Help', el libro que Skeeter publicará con los testimonios de un buen puñado de mujeres de color a las que nunca se les había dado voz para expresar sus sentimientos, sus frustraciones y necesidades.
Es una de las mejores metáforas que incluye el film, de qué forma la literatura puede ser un medio expresivo liberador, como en efecto lo fue para algunos autores afroamericanos que comenzaron a escribir durante esa década y puede ser el reflejo de situaciones oficialmente silenciadas. 'Criadas y señoras' tiene la fuerza de las pequeñas-grandes revoluciones, el gesto oportuno de humor y de compromiso frente a la represión en todos sus frentes (sexual, racial...) y al mismo tiempo también entronca con la idea de gran relato americano, aquel que genera una ficción a través de la propia historia de la nación (y que en realidad se encuentra contenido en buena parte del cine estadounidense, incluso en 'El árbol de la vida').
Lo cierto es que 'Criadas y señoras' podría haber sido la película cursi y ñoña de la temporada, y sin embargo logra esquivar con bastante dignidad todo sentimentalismo para ofrecer una historia que no necesita caer en el tremendismo (como sí lo hacía 'Precious') para resultar social e históricamente comprometida. La dirección de Tate Taylor resulta un tanto plana y anodina, lo que no quiere decir que las imágenes de la película estén dotadas de un fuerte personalidad, sobre todo gracias a la pericia del realizador a la hora de extraer ironía de esa rancia sociedad matriarcal donde las mujeres extienden sus redes dentro de la parcela doméstica en la que se encuentran constreñidas y que ejercen su tiranía como si fueran verdaderos dictadores sin escrúpulos. Magníficas interpretaciones de Viola Davis, Emma Stone y, sobre todo, de Octavia Spencer y Bryce Dallas Howard, muy cerca del Oscar a la Mejor Interpretación de reparto de este año.
Lo mejor: las interpretaciones
Lo peor: que su falta de sello autoral y su carácter eminentemente popular, desacrediten sus logros.