¿Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor? Esta es la pregunta que nos plantea este director.
El Paris de hoy en día, que un principio se nos presenta, como si de un vídeo de una agencia de viajes se tratara, al sonar las doce se transforma en el Paris intelectual y bohemio de los años veinte, donde conviven músicos, escritores, pintores y toreros de renombre. Se ha de tener un poco de cultura, para reconocer personajes y situaciones.
Todo ocurre ante la mirada asombrada y atónita, de Gil, papel que interpreta Owen Wilson, a quien le ha correspondido el ejercer de álter ego de Woody Allen, aportando la bis cómica, y las frases más agudas del guión.
Un guión con un sentido del humor inteligente, que una vez más carga contra el conservadurismo y la pedantería, como ya nos tiene acostumbrados este incansable director, que nunca falta a su cita anual.
En cuanto a las actrices me quedo con Marion Cotillard, actriz que cada vez me fascina más, que aquí interpreta a Adriana, una chica de principios de siglo, libre, alegre y amante, de la cual se enamora el protagonista y que también sueña con tiempos pasados.
Otro de los meritos de los largometrajes de Woody Allen, suele ser su banda sonora, como siempre muy conseguida, y sin salirse del ritmo de la trama.
¿Cualquier largometraje anterior de Woody Allen, fue mejor? Puede que sí, pero ahora se estrena este, y este es el que debemos disfrutar.