Crítica de SensaCine.com para Midnight In Paris: Nostalgia impostada

A pesar de encontrarse lejos de su mejor momento creativo, la última película de Woody Allen conseguía inesperadamente meterse al público en el bolsillo y alzarse con un buen número de nominaciones tanto en los Globos de Oro como en los Oscar 2012.

En los últimos tiempos, desde que el director abandonara Estados Unidos para ubicar sus ficciones en el viejo continente (donde siempre ha sido mejor comprendido), ha comenzado a mostrar una clara tendencia ha convertirse en una especie de guía turístico por las ciudades que dan cobijo a sus ficciones.

En este caso, su visión de París no puede ser más nostálgica: Allen añora los tiempos de la bohemia francesa, los cafés y los poetas y pintores, por lo que se las apaña para hacer viajar en el tiempo a su personaje protagonista como su fuera un príncipe de cuento de hadas en busca de respuestas a su crisis personal. La película está llena de clichés (algunos de los encuentros con intelectuales de la época casi parecen de chiste), y si por algo funciona es por cierto encanto melancólico que subyace en la narración.

A favor: Owen Wilson es el mejor alter ego que Allen ha tenido nunca.

En contra: Que a veces Allen no parece que se aleje demasiado de la visión rancia del cine de José Luis Garci.