Estupenda relectura del género del western que supone un buen debut para Patrick Hughes en la dirección de un largometraje. A destacar muy especialmente tanto la fotografía (sobre todo en la segunda mitad del filme, en la que se rueda con una especial recreación la noche) como la banda sonora, que consigue altas tasas de emoción y la impronta del más auténtico cine del Lejano Oeste aplicado eso sí, a Australia, con su propia problemática de raigrambre social vinculada a los nativos y al expolio de sus tierras. Nada le falta a la cinta: microespacios de suspense, bellísimas panorámicas de la naturaleza y un argumento que te mantiene en vilo hasta casi el final, hasta el punto de que se le perdonan algunos pequeños errores de raccord.