Tras la guerra fría
por Rodolfo SánchezMalas compañías se inscribe dentro del nuevo thriller norteamericano de espías tras la caída de la guerra fría, es decir, ¿cuál es la nueva situación de los agentes?, ¿qué nuevas formas y relatos se pueden extrapolar? Hablamos, claro está, antes de la aparición del terrorismo islámico. Estamos en 1995 y Damian Harris, director de pocas obras y todas ellas más o menos alrededor del thriller desde diferentes perspectivas, se encarga de esta obra sumamente convencional en sus planteamientos visuales y narrativos, con un guion basado en lugares comunes y tópicos del género que no aporta absolutamente nada al mismo. Lo peor es que, a pesar de esto, podría ser al menos una cinta de acción e intriga entretenida, pero no lo es. Aburre porque todo es previsible, porque las escenas eróticas resultan un tanto anticuadas (aunque Ellen Barkin aporta sensualidad y morbo a la película) y los diálogos resultan irrisibles. Los actores, en su buen hacer, logran al menos aportar un poco de seriedad a la propuesta.
A favor: Ellen Barkin.
En contra: Que es previsible y convencional.