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    Son of Babylon
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Son of Babylon

    Vas a ver

    por Gonzalo de Pedro

    No lo vamos a negar: las películas comprometidas socialmente nunca pasarán de moda. Por más que nos empeñemos en defender un cine que entienda que el fondo (político) ha de ir de la mano de una forma (también política), los antiguos circuitos de cines de arte y ensayo, hoy consagrados en buena parte al buenismo socialdemócrata más new-age, seguirán poblando sus carteleras de esas películas que abordan aquellos temas bendecidos por las agendas del compromiso y las causas justas. Dentro de ese subgénero de películas-lavadora, blanqueadoras de conciencias (Mike Zyrd habló de la fantasía documental como el fenómeno que provoca en el espectador la sensación de estar solucionando el mundo con el mero hecho de ver un documental comprometido; un efecto que bien podría trasladarse a los filmes de ficción), Son of Babylon es un artefacto extraño y no del todo ortodoxo. Avalada por premios en festivales como Sundance (lo que a estas alturas es ya un punto más para la sospecha), la película narra la historia de una abuela y su nieto que abandonan el Kurdistán iraquí tras la invasión norteamericana para ir en busca del hijo y padre desaparecido hace diez años, cuando fue obligado a enrolarse en el ejército de Saddam contra su voluntad. Sin apenas hablar árabe (los kurdos siguen peleando por mantener su idioma, emblema de su nación sin estado propio), abuela y nieto recorrerán Irak entero, confiando primero en encontrar con vida al padre, y rebuscando entre fosas comunes, abiertas y a la vista de todos, que adornan las carreteras del país. Muertos antiguos que se mezclan con los muertos recientes, frutos de la invasión salvadora de EE UU y sus aliados.

    Es casi inevitable pensar en otra película reciente que viajaba, road movie trágica y fatal como esta, por entre los escombros de Oriente Medio: Je veux voir (Joana Hadjithomas y Khalil Joreige, 2008), en la que Catherine Deneuve paseaba por las ruinas del Líbano, queriendo ver más allá del paisaje. Son of Babylon también es un paisaje, y también tiene algo de ese impulso por seguir la actualidad que el cine contemporáneo había delegado, con espantosos resultados, en el periodismo. Un cine que responde a la vida, como quería Dziga Vertov, que reacciona ante lo real. Mientras todavía arde Irak azotado por una postguerra más cruenta que la propia guerra, Son of Babylon filma las cunetas, las fosas comunes, las heridas no curadas. "Quiero ver", decía Deneuve en la película del Líbano. "Aquí está lo que querías ver", parece responderle esta película, que no tiene reparos en recrearse, excesivamente, en los huesos del pasado.

    A favor: Pone el dedo en la llaga de un país con las heridas muy abiertas

    En contra: Le falta algo de rigor en la mirada

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