"El Hombre Elefante" es un conmovedor e inspirador film, dirigido por David Lynch. El Dr. Frederick Treves, cirujano del Hospital de Londres, descubre en un circo victoriano a John Merrick, un hombre horriblemente deforme que es maltratado y explotado por el brutal Bytes. Contradiciendo las normas y creencias sociales de su tiempo, Treves sacará a Merrick de su desgraciada vida en el circo para cuidarlo y estudiar su caso en el hospital, proporcionándole al infortunado hombre las primeras muestras de respeto y dignidad hacia su persona. El caso del británico Joseph Merrick (1862-1890) constituye, en uno de los casos más emblemáticos y crueles del Síndrome de Proteus pero también uno de los ejemplos más contundentes y demoledores de la lucha de la humanidad por los derechos humanos, el respeto y la dignidad. Condenado a pasar la mayor parte de su vida en circos ambulantes y sufrir inhumanos tratos al ser considerada su enfermedad y aspecto abominables, sufrió espantosas deformidades desde los 18 meses que se acrecentaron a partir de los 5 años, que le imposibilitaron tener una vida normal, condicionando sus movimientos y traslados.
Sin embargo, probablemente lo más impactante de toda su desgraciada enfermedad física, sería el trato vejatorio que recibió prácticamente toda su vida, a excepción de sus últimos años con el Dr. Treves. Los horrores familiares comenzarían prácticamente con la muerte de su madre por bronconeumonía en 1873, ya que su padre que nunca sintió afecto por él se casó rápidamente con una viuda con dos hijos, quién le haría la vida imposible. Huyendo de casa, sería rescatado de las calles por su tío Charles, con quién viviría por dos años hasta abandonar el hogar a pesar de la negativa de su tío por considerar que era carga para su familia. Posteriormente, se emplearía en ferias y circos ambulantes recorriendo Inglaterra hasta que fue vendido a un miserable empresario de fenómenos italiano que lo abandonaría a su suerte en Bélgica al no poder sacarle partido a su deformidad por las duras leyes de exhibición de personas que había en la Europa Continental. En un tortuoso viaje, logró regresar a Inglaterra y la policía contactar al Dr. Treves, con quién ya había tenido un contacto pasajero en el pasado, quién logró internarlo finalmente en el Hospital. Es importante recalcar que a pesar de su deformidad, demostró ser una persona con una inteligencia superior a lo normal, sensible, educado y culto. Muy lejos de la visión de monstruo y retrasado mental que la gente tenía de él.
Lynch, que más tarde sería reconocido como uno de los directores más surrealistas e inclasificables de la historia del cine, no sólo regalaría el que es considerado su trabajo más convencional en su bizarra propuesta, sino uno de los relatos cinematográficos más demoledores y conmovedores del séptimo arte. Llevando a cabo un relato altamente emotivo y profundo tanto de la crueldad como de la dignidad humana, y lo hace prescindiendo absolutamente del morbo y la cursilería, explorando la búsqueda de fuertes sensaciones en el espectador. El director no tiene problemas en mostrar el maltrato y la vejación a Joseph Merrick, pero al mismo tiempo tampoco se detiene a la hora de dejar en el espectador una sensación esperanzadora entre tanta tragedia, miseria y crueldad. Terminaría por convertirse en uno de los pocos films que abordaría el maltrato humano en las ferias y circos ambulantes a fines del siglo XIX. Pero bien vale la pena comentar los diferentes impactos y contextos históricos en que de ser un director morboso y perverso por exponer tanto la deformidad como el trato que recibía. Lynch podría experimentar los alcances psicosociales de exponer la deformidad en una sociedad obviamente diferente 50 años después, que ya no se horroriza del aspecto de Joseph Merrick sino de la conducta y visión de una sociedad cruel que trataba a quienes tenían el infortunio de padecer una enfermedad así como si de una animalidad y abominación se tratara.
Las actuaciones son impecables, siendo otros de los grandes méritos del film, la acertada construcción de los personajes protagónicos, Sir Frederick Treves y John Merrick, interpretados magistral y emotivamente por los grandes Anthony Hopkins y John Hurt. A partir del guión, Lynch muestra su enorme habilidad para recrear en pantalla el maravilloso vínculo de afecto y respeto que terminará uniendo a Treves y Merrick: desde la insistencia de Treves de sacarlo del yugo del inescrupuloso Bytes que lo explota y maltrata y llevarlo al Hospital de Londres para examinarlo y entender su enfermedad, pasando por su lucha contra el sistema por lograr que el director Carr Gomm autorice la hospitalización de Merrick, hasta la búsqueda de Treves de un secuestrado Merrick, que es llevado a la fuerza por Bytes a Europa Continental para ser exhibido y maltratado. Contó con un sólido reparto secundario, entre los que destacan ganadores del Oscar como Wendy Hiller, encarnando a la Señora Mothershead, encargada particular del cuidado de Merrick. El legendario actor británico, Sir John Gielgud como Sir Carr Gomm, gobernador del Hospital Real de Londres. Anne Bancroft encarna a la actriz Madge Kenda. Y un convincente Freedie Jones como el abusivo Bytes. Además, el sobrino-nieto del cirujano que trató a Merrick, también llamado Frederick Treves, hace un cameo como concejal tratando de cerrar el espectáculo de monstruos.
En definitiva, una extraordinaria y conmovedora historia sobre la dignidad humana, que enrostra brutalmente la crueldad a la que la raza humana puede llegar cuando se siente amenazada por lo extraño y lo desconocido, pero también que deja una luz de esperanza cuando buscamos en lo más profundo de nosotros la compasión. Bellísima, fastuosa y monumental película que destila talento en cada uno de sus fotogramas, contada con una sensibilidad muy pocas veces vista en el cine. Es muy dura, pero es también un alegato a la bondad del ser humano y un canto a la esperanza y al valor.