La casa en la que se desarrolla la película se llama Maison Curutchet, como su propietario. En efecto, en 1948, el cirujano Pedro Curutchet pidió al renombrado arquitecto Le Corbusier que le construyera un edificio en Buenos Aires que le sirviera a la vez de habitación y de pequeña clínica de cirugía. Terminada en 1954, es la única construcción de Le Corbursier en América del Sur. La UNESCO la seleccionó entre diecinueve obras del arquitecto para realizar el dossier de inscripción como patrimonio mundial. Sobre la elección de esta construcción, los realizadores comentaron: “Rodar en la Maison Curutchet fue perfecto porque acentuaba el conflicto entre los vecinos. Hemos querido hacer un personaje en sí mismo, y no un simple decorado. Hay muchas escenas en las que la casa aparece sola, sin personajes. La plasticidad, la luz y la cualidad del espacio de esta casa, ¡son infernales!”
Si se tiene en cuenta esa oposición de mundos, el hecho de que los actores vengan de dos medios diferentes, teatro y televisión (en donde también han trabajado los realizadores) no se debe al azar: como los personajes de la película, cada uno representa su universo: la tendencia burguesa por el teatro frente a la cultura popular de la televisión. Gaston Duprat y Mariano Cohn comentan: “Sabíamos que Daniel interpretaría muy bien el personaje de Víctor. Carismático, devastador, está dotado de una voz y una fisionomía impresionantes. En cuanto a Rafael, conocíamos su trabajo en el teatro y estábamos impacientes de ver qué pasaría al reunirlos”.
Según el director, la película habla de dos universos que se enfrentan a través de los dos protagonistas: “Sus personalidades, sus culturas y sus idiomas son diferentes. Víctor, con su agradable encanto y su voz suave, está lleno de determinación y carácter. Sin embargo, Leonardo, a pesar de que tiene gran aplomo, e incluso cierta arrogancia en su trabajo, no está realizado en su vida, con una esposa que le domina y una hija que no le escucha”.