Con faldas y a lo loco
por Carlos ReviriegoA su manera, 'La boda de mi mejor amiga' es un lobo disfrazado con piel de cordero. Con la vestimenta de un subgénero hollywoodense muy celebrado por las taquillas –el de las comedias románticas que giran alrededor de un enlace matrimonial–, se esconde una farsa que construye su humor para derribar ciertos clichés desde los discursos del patetismo, el exceso, la humillación y la crónica inmadurez de sus protagonistas. No podía ser de otro modo cuando al mando de la producción está el ubicuo Judd Apatow, la figura más sobresaliente de la Nueva Comedia Americana, quien con esta película –protagonizada por una novia y sus cinco damas de honor– parece querer acallar las voces que le acusan de sexista debido al tipo de comedias que ha escrito, dirigido o producido, todas ellas de contenido falocentrista: 'Supersalidos', 'Lío embarazoso', 'Virgen a los 40', 'Hazme reír'..., etc. Se trata, por tanto, de un filme muy consciente de sí mismo y de sus propósitos, que pasan necesariamente por la destrucción de ciertos lugares comunes, tanto los que afectan al género cinematográfico como al sello de un autor muy cuestionado.
Esa destrucción, sin embargo, en manos del director Paul Feig, acaba tomando la forma irónica de su opuesto, en pura celebración caótica de un género y de las constantes autorales de Apatow, pues los chistes más eficientes del filme siguen apelando a la escatología, al vómito y la blasfemia, algo que aún resulta mucho más perturbador cuando se instala en el universo femenino. El guión, como casi todas las producciones Apatow, es tremendamente irregular y de duración excesiva, lo que no impide que contenga algunos de los momentos más memorables de la última comedia norteamericana, que actúan como fuerzas motrices del film. El mérito recae sobre todo en sus intérpretes, en la inteligencia de Feig –creador de la serie 'Freaks and Geeks'– para reunir actrices de la comedia televisiva y dejarlas interactuar libremente. Sólo de la improvisación puede surgir el duelo cómico que literalmente se disputan la protagonista Kristen Wiig (que cofirma el guión) con Rose Byrne ('Daños y prejuicios') en una escena antológica, que bebe de la tradición del stand-up comedy; o la química entre Wiig y su compañera en el Saturday Night Live Maya Rudolph (la novia en cuestión), así como las intervenciones siempre frescas de Ellie Kemper ('The Office') y Melissa McCarthy ('Las chicas Gilmore'), una especie de Zach Galifianakis con faldas que está a punto de robarle todo el espectáculo al resto de damas.
A favor: Sus actrices, todas ellas grandes cómicas, y dos escenas memorables.
En contra: Su excesiva duración y un guión que se resuelve a trompicones.