La penúltima chorrada del verano cinematográfico se llama Ted, y viene de la mano de Seth MacFarlane, conocido sobre todo por ser el creador de la serie de televisión Padre de Familia.
Ted es un oso de peluche que cobra vida para ser un muñeco rebelde y soez, similar al perro Brian de dicha serie, para los iniciados. Y el contexto en el que vemos a Ted es una comedia romántica entre Mark Wahlberg, un niño grande que conserva a su oso de peluche animado porque es su mejor amigo, y Mila Kunis, que es, pues eso, una chica guapa que mete caña a su novio infantil. O sea, una especie de Tú, yo y ahora… Dupree y el humor de MacFarlane diluido.
No es cuestión de discutir aquí el talento del autor para crear un estilo de humor soez, provocador y políticamente incorrecto, ya que es un hecho. Pero hace falta un poco más de talento para llevarlo a la gran pantalla y al gran metraje. Ése es el problema de Ted: lo llamativo es ver a un oso de peluche gamberro y opuesto a la ternura que se le supone, y lo principal en la película acaba siendo la típica trama pastelosa y empalagosa que tanto ha parodiado MacFarlane.
Recuerdo a los niños de South Park, siempre un punto más bestias que los Griffin de Padre de Familia, y recuerdo cómo su película consistió verdaderamente en aunar todos los recursos posibles para no decepcionar a su público. Bien, si el objetivo de Ted era atraer a todos aquellos que esperan un producto típicamente macfarliano, aquí sólo van a encontrar ese humor bastante aguado, disuelto en pequeñas dosis disfrutables, pero ni mucho menos tan intenso y presente.
Tal vez sea por la edad, tal vez MacFarlane esté enamorado y se haya reblandecido un poco, o tal vez es que la pantalla grande le haya venido eso, grande para su capacidad de provocar y sorprender. Así que Ted se queda en eso, en chorrada pastelosa con un par de momentos bestias. Nada más.
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