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    Resident Evil: El capítulo final
    Críticas
    3,5
    Buena
    Resident Evil: El capítulo final

    ¡Abajo el patriarcado!

    por Xavi Sánchez Pons

    Quizás suene un poco vulgar, pero lo primero que a uno le viene a la cabeza tras ver Resident Evil: Capítulo final es el siguiente dicho: para lo que me queda en el convento, me cago dentro. Y ojo, en un sentido positivo. Milla Jovovich y su marido Paul W. S. Anderson dinamitan la saga para bien en esta entrega que supuestamente finaliza la franquicia –ya sabemos que si funciona en taquilla es probable que la cosa siga-.

    ¿Cómo lo hacen? Pues subiendo el volumen (la banda sonora de Paul Haslinger es una locura industrial), la acción, el frenesí visual, los efectos especiales, la carga política –que, al menos aquí, la hay y mucha-, y recuperando algunos actores (el rescate de Iain Glen por partida doble es sonado) y localizaciones (Raccoon City y la mítica Colmena) del primer Resident Evil cinematográfico. Es más, Resident Evil: Capítulo final se sitúa casi a la misma altura de Resident Evil: Extinción; hasta ahora, la única continuación que podía mirar sin sonrojo al filme inicial. Como aquella tercera parte, lo nuevo del tándem formado por Jovovich y Anderson está plagado de homenajes, convirtiendo la cinta en un recorta y pega ensamblado con tino y espíritu de cine de barrio en el que se citan títulos como Robocop (atención con el momento OCP: está usted despedido), Doomsday - El día del juicio o Helldriver (sí, han leído bien, la cima épico-gore-digital de Yoshihiro Nishimura), y series de televisión como Juego de Tronos (esperen dragones, catapultas gigantes y un trasunto del fuego valyrio) y la disparatada y genial Z Nation (el niño zombi en el funicular y en general todo lo referente a los muertos vivientes).

    Resident Evil: Capítulo final y el resto de la saga, a estas alturas de la jugada, no tienen nada que demostrar. De hecho, nunca han dado gato por liebre. Las cartas, para bien y para mal, están sobre la mesa desde el 2006 con Resident Evil y las secuelas que vinieron después. Y ahora dice adiós con un estupendo entretenimiento que, por cierto, pasa volando. Los fans del survival de horror creado por Capcom esta vez encontrarán oro, mientras que el sector hater tendrá más motivos para odiar, dada la subida de revoluciones que presenta. Eso sí, dentro de lo objetivamente bueno –al menos para este crítico-, lo que no se puede negar es la inesperada y por tanto sorprendente altura que coge la historia en sus últimos minutos. La lectura política a la que hacíamos referencia al inicio de esta reseña. El personaje del fanático cristiano al que pone cara de manera festiva Iain Glen y esa Biblia a la que se aferra para diseñar el Apocalipsis y el posterior Diluvio Universal, o el peso de los personajes femeninos con Milla Jovovich y Ali Carter a la cabeza, cuya unión no solo impedirá los planes del villano Dr. Isaacs y su clon ultra-religioso, sino que acabará dando una nueva esperanza al mundo (como en Mad Max: Furia en la carretera pero sin ayuda masculina), elevan la película por encima de las demás entregas de la saga.

    En una escena cumbre de Resident Evil: Capítulo final, un enrabietado Dr. Isaacs en un brote de machismo desbocado (una clara resonancia con los machos alfa actuales que siguen negando el empoderamiento de la mujer), se refiere a las tres heroínas que truncan sus megalómanos planes con el siguiente término pseudo-religioso: trinidad de zorras. No es consciente que, en realidad, les está haciendo un cumplido. Ojalá veamos, pronto, más trinidades paganas femeninas pateaculos en el cine que está por venir como la que aparece en el último juguete de acción y terror de Paul W. S. Anderson.

    A favor: Milla Jovovich repartiendo tortas y su tramo final antisistema y feminista.

    En contra: a veces la acción es demasiado acelerada y el CGI tiende al horror vacui.

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