Seguro que todos recordáis a Bruce Willis en camiseta sorteando mil y un peligro para salvar a su esposa Holly de unos terroristas que se habían atrincherado en su edificio la víspera de Navidad en la mítica película de 1988 Die hard (que aquí decidieron cambiar por La jungla de cristal, vete tú a saber porque). John McClane (el personaje de Willis) y Holly (Bonnie Bedelia) tenían dos hijos pequeños que aparecen brevemente en la película, una niña llamada Lucy que fue interpretada por Taylor Fry y un niño llamado John McClane Jr., a quien todos llaman Jack, interpretado por Noah Land.
Como el tiempo pasa para todos, también para los personajes de ficción, esos dos tiernos niños han crecido y hemos podido ver en sucesivas entregas de la saga como desencadenan conflictos en los que a su padre le toca mediar. La primera fue Lucy que para eso es la mayor, interpretada por Mary Elizabeth Winstead, quien en La jungla 4.0 (Live free or die hard, 2007) es secuestrada por unos ciber terroristas que pretender llegar hasta su padre. Cinco años después llegó la entrega que nos ocupa hoy La jungla: Un buen día para morir en la que conoceremos mejor a Jack, el hijo de John McClane.
[...] A diferencia de las anteriores películas de la saga, Un buen día para morir fue muy mal recibida por los críticos, siendo la película peor valorada de la saga, pero a pesar de esto, su recaudación internacional superó tres veces su presupuesto. Y es que pese a los clichés y que McClane salga sin un rasguño de cualquier eventualidad, es entretenida, está llena de acción y el sarcasmo de Bruce Willis sigue intacto, aunque se encuentra a años luz del espíritu de la primera Die hard.
El guion de Skip Woods (Operación Swordfish, X-Men orígenes: Lobezno) nos deja un John McClane demasiado sentimental y con tendencia al melodrama familiar. 25 años, cuatro películas y es ahora cuando decide recuperar el tiempo perdido y corregir los errores del pasado. Pero Jack no se encuentra tan perdido en la vida como su padre creía y su presencia en Rusia sólo sirve para complicarlo todo, en el fondo, algo típico de McClane que se ha convertido en una especie de superhéroe que atraviesa ventanas, esquiva balas y sale indemne de cualquier accidente, eso sí, recordándonos a cada momento que está de vacaciones.
Como película de acción funciona bien, la historia avanza con las escenas de acción que están bien ejecutadas y rodadas, con emocionantes persecuciones y continuos tiroteos que lo destruyen todo. La verdad es que no ofrece nada que no hayamos visto antes pero resulta entretenido y efectivo.