Crítica de SensaCine.com para ¡Qué dilema!: No matéis al mensajero

El dilema que da nombre a esta película de Ron Howard es el que asalta a Ronny (Vince Vaughn) cuando por casualidad ve a la esposa de su mejor amigo y socio con otro hombre. ¿Debe contárselo? ¿Quizá en otro momento, cuando no tengan un trabajo tan importante entre manos? ¿Tendrá ella sus motivos para engañarlo? La duda se convierte en obsesión, y Ronny se dedica a espiar los movimientos de su pareja de amigos.

'El dilema' convierte este debate ético en el motor de una película sobre la amistad entre dos hombres muy diferentes que se enfrentan de forma diversa a los problemas. La película se apoya en gran medida en un guión firmado por Allan Loeb que bien podría haberse inspirado en una obra de teatro: todo se mueve en torno a un conflicto dramático que afecta a dos parejas de amigos y en unos diálogos que nos van descubriendo el lado menos evidente de los personajes. Un planteamiento al que le hubiera sentado mejor una producción a más pequeña escala, que hubiera permitido hurgar en los conflictos personales, morales y relacionales que destapa el dilema en cuestión. Pero tras abrir la caja de Pandora, la película parece preferir pasar a toda prisa por temas tan espinosos como el valor relativo de la sinceridad, la necesidad de echarle la culpa al portador de las malas noticias o los secretos que esconde cualquier matrimonio duradero.

A favor: La validez del dilema planteado.

En contra: Esa moralina neoliberal que apunta a que todo acaba bien si el negocio sale bien.