Crítica de SensaCine.com para El hombre de las sombras: El truco final

Pese a que ‘El hombre de las sombras' -primera incursión americana de Pascal Laugier- parece una obra muy distinta a ‘Martyrs' ambas guardan ciertos paralelismos que nos pueden dar una idea aproximada de las coordenadas por las que le gusta moverse al cineasta francés: los dos son filmes desequilibrados donde las revelaciones o los giros de guión tratan de dar una dimensión más profunda a la trama y ambos están protagonizadas por heroinas femeninas torturadas y sacrificadas en pos de una causa mayor. La gran diferencia entre estos filmes viene dada por la forma, el tono y el acercamiento genérico. ‘Martyrs' era una crónica en carne viva del sufrimiento, el terror venía de la mano de las imágenes explícitas de las vejaciones y las torturas y el crescendo dramático era parejo a la intensidad del dolor. En ‘El hombre de las sombras' Laugier transita un terreno más cercano al thriller, lo cual le permite construir un filme más elegante, dirigido de forma más sofisticada que exhibicionista (olvidemos esa estúpida coreografía en la escena del vuelco del camión) y donde el terror de lo que vemos es sustituido por la inquietud de lo que no vemos y de lo que desconocemos.

El inicio de ‘El hombre de las sombras' nos sitúa en un pueblo de montaña azotado por la desgracia: todos los niños de Cold Rock han ido desapareciendo misteriosamente, sin dejar pistas. Esta comunidad cerrada, habitada por algo siniestro y localizada cerca de la frontera entre Canadá y Estados Unidos nos trae reminiscencias del ‘Twin Peaks' de David Lynch. Al igual que esta, el filme de Laugier juega con la idea de lo sobrenatural introduciendo una variante de la figura legendaria de "el hombre del saco" como posible explicación de su misterio. Hasta aquí –y exceptuando el uso de la voz en off de la narradora, un recurso totalmente innecesario- el filme funciona bien, logra crear la atmósfera adecuada para que el espectador se sumerja en la película y delimita con eficacia una serie de puntos de anclaje que serán claves en el desarrollo de la trama.

Es en el momento en que el filme empieza a desvelar sus misterios (con ese enfrentamiento entre la protagonista y la madre de uno de los niños desaparecidos), cuando las cosas comienzan a fallar. La resolución nos recuerda un poco a ‘El bosque' de Shyamalan, pero carece de su poder y de su intensidad, así como de su genialidad narrativa y de su trabajada puesta en escena. No es que Laugier no se preocupe por la ejecución del truco, pero el resultado no convence. Quizás el problema está en que el francés no se apega a sus personajes, no se identifica con ellos, no tiene una postura frente a los hechos y los conflictos que plantea el filme. Y eso no solo se nota, sino que le impide crear un discurso que resulte creíble. El final de ‘El hombre de las sombras' es tan ridículo como el de ‘Martyrs', pero aún más decepcionante: en la primera el desenlace no lograba borrar el malestar que habíamos sentido y aquí, en cambio, tiene un terrible efecto sobre el conjunto haciendo que todo se vuelva fácilmente olvidable. Ese es el riesgo que corren los directores cuando quieren colar un gran tema en sus películas que justifique todo lo que nos han estado mostrando.

A favor: Sin ser brillante, el guión de Laugier es totalmente impredecible y consigue mantener al espectador interesado siguiendo una sencilla y básica regla de oro: responder paulatinamente a las preguntas "¿quién?", "¿cómo?", "¿dónde?" y "¿por qué?".

En contra: El subrayado de la pregunta final con la que se cierra el filme y, en general, toda la subtrama que concierne al personaje de Jenny. El deseo de los propios niños por ser apartados de sus padres podría haber resultado una variante interesante si se le hubiese dado el espacio adecuado y se hubiese desarrollado de forma inteligente. Tal y como está tratada en la película resulta ridícula y está usada con la única intención de hacer todavía más obvio el desenlace.