Crecer al abrigo del margen
por Daniel de PartearroyoCada generación cuenta con su propia colección de relatos de iniciación propios y coyunturales, destinados a una amplia variedad de gamas de público. Mientras sagas de fantasía como 'Harry Potter', de J. K. Rowling, o 'Crepúsculo', de Stephenie Meyer, han logrado niveles de popularidad y pregnancia definitorios dentro del imaginario colectivo de millones de adolescentes durante la primera década del siglo XXI, otros libros más introspectivos y experienciales también se han convertido en éxitos de ventas juveniles y han dado pie a sus propias adaptaciones cinematográficas. Es el caso de 'Submarine', de Joe Dunthorne, o 'Las ventajas de ser un marginado', de Stephen Chbosky, cuyo propio autor se ha encargado de llevar al cine.
Son Bildugsroman modernas con amplio componente autobiográfico que están actualizando los clichés del cine teen ochentero y la celebración de lo inadaptado que comandó John Hughes. Lo hacen mirando al pasado inmediato, a las adolescencias forjadas a finales de los 80 y principios de los 90 a base de musicalidad indie e historias de crecimiento emocional; es decir, a las de los 'marginados' que hoy en día son adultos con poder prescriptor en la industria cultural. Como podría ocurrir con los tres protagonistas de 'Las ventajas de ser un marginado', una 'banda aparte' formada por el tímido e introvertido Charlie (Logan Lerman) y los hermanos Sam (Emma Watson) y Patrick (Ezra Miller). La amistad que se forja entre estos desplazados y su círculo de amigos es el gran impulso que articula un relato de aprendizaje sentimental que puede saber poco original pero resulta capaz de transpirar veracidad y ternura en cada secuencia y situación, así como una voluntad digna de aplauso a la hora de tratar de forma adulta a sus inmaduros personajes (interpretados, eso sí sin remedio, por veinteañeros). No es Nicholas Ray, pero teniendo en cuenta la forma unidimensional en que suelen ser retratados los adolescentes en el mainstream, ese simple detalle ya puede legitimarse como un logro.
Ayuda mucho que Chbosky haya comprendido la adolescencia como una sucesión de momentos aislados y llenos de (subjetivos) puntos de inflexión, en vez de intentar rememorarla en forma de narración causal, racional. Incluso podríamos decir que la película se contagia de la estructura heterodoxa y fragmentada de alguna de las mix-tapes que sus adolescentes de los 90 intercambian con fruición. Es obvio que la mirada nostálgica hacia la época existe, y se puede palpar, pero no hay intención idealizadora en el director; pese a que determinados episodios más frontales vinculados al sexo y las drogas han sufrido cierta suavización en el traslado del texto al film, Chbosky no se calla los aspectos más amargos de una etapa de la vida en la que, al enfrentarse al universo de noche, es tan fácil sentirse infinito como inaguantablemente diminuto. 'Las ventajas de ser un marginado' no cambia eso: es a la vez tan exultante y gozosa durante su desarrollo como insignificante al final del camino. Tampoco es que le importe, pues no necesita nada más para perdurar como clásico adolescente.
A favor: La generosidad con la que capta algunos momentos de absoluto descubrimiento adolescente: desde los besos y las drogas hasta la primera vez que, por casualidad, escuchas a David Bowie.
En contra: El efectismo narrativo al tratar la condición psicológica del protagonista.