Daryl (Barret Oliver) es un as en el colegio, practica perfectamente un montón de deportes, destaca entre sus amigos, ordena su habitación, es responsable... El típico hijo que todos padres desearían tener. Sus padres adoptivos están encantados con él, aunque a veces les gustaría tener un hijo más espontáneo y menos comedido. Lo único extraño del muchacho es que no recuerda nada de su pasado anterior a su adopción, y que su cociente intelectual es muy superior a la media. Sus padres poco a poco comienzan a preguntarse a qué se debe la actitud perfecta de su hijo.
Un día, una pareja se presenta en las vidas de la familia y se presentan como los padres biológicos de Daryl. Para sorpresa de todos, exigen que se les devuelva a su hijo. De esta forma, la vida perfecta de Daryl amenaza con desmoronarse. Cuando sus padres biológicos y los adoptivos se enfrentan por su custodia, poco a poco su vida se ve amenazada por adultos a los que no le importan sus sentimientos.