La grandeur de le petit Nicolas
por Eulàlia IglesiasEn la pasada edición del Festival de Cannes cuatro de las películas francesas programadas giraban en torno a la actualidad política y los mecanismos del poder: 'Pater' de Alain Cavalier, 'Las nieves del Kilimanjaro' de Robert Guédiguian, 'L'exercice de l'état' de Pierre Schoeller i el film que ahora nos ocupa, 'De Nicolas a Sarkozy'. Lo que pone de manifiesto que el cine francés, como sucede con el estadounidense, demuestra una sana y envidiable capacidad para reaccionar a la inmediata realidad que le rodea. Algo que se echa en falta en el cine de nuestro país, que tan a menudo parece funcionar ajeno al contexto donde se produce.
'De Nicolas a Sarkozy' relata la conquista (así se titula la película originalmente) del poder del actual Presidente de la República francesa, desde que ejerce de Ministro del Interior para Jacques Chirac hasta que alcanza la presidencia de su país en el año 2007. Los pormenores de este ascenso se centran en su rivalidad con Dominique de Villepin, competidor suyo en las filas del mismo partido, y en el papel que jugó en su carrera su ex esposa Cécilia. De esta manera, el film de Xavier Durringuer se suma a la moda de películas que pretenden retratar a gente poderosa también desde su lado más íntimo. La película propone una fórmula fácil para explicar cómo influencia el ámbito público en el privado: cuánto más se acerca al poder Sarkozy más se aleja de su mujer.
Tampoco resulta novedosa la perspectiva del mundo de la política vista desde dentro: otras ficciones cinematográficas y televisivas han retratado con mayor acierto e incisión estas nuevas formas de hacer política en que una buena campaña de marketing cuenta más que cualquier argumentación ideológica. El film además se detiene en ciertos rifirrafes de la política interna gala que pueden resultar demasiado locales para el espectador no francés.
La banda sonora de Nicola Piovani, compositor habitual de Nani Moretti y Roberto Benigni, intenta otorgar al film la intensidad y variedad de registros que la puesta en escena no consigue ofrecer. Aunque la música resuene a ratos irónica y a ratos trágica, 'De Nicolas a Sarkozy' no consigue imponerse como esa película inteligente, aguda y profunda sobre el circo de la política que en el fondo desearía ser. Por momentos parece más bien una miniserie televisiva con ínfulas.
Como ya sucedía con 'La dama de hierro', 'De Nicolas a Sarkozy' plantea un interrogante sobre el oficio de la interpretación. ¿Por que la mayoría de actores y actrices resuelven sus encarnaciones de personajes reales con un grado de histrionismo mucho mayor del que practican cuando dan vida a un personaje de ficción? Como Meryl Strepp en la película de Phyllida Lloyd, Denis Podalydès convierte su Sarkozy en un muestrario de tics, gestos y muecas, acercándose más a los imitadores/parodiadores de cualquier show televisivo de sátira política que a una interpretación de altura que transmita la soledad y las contradicciones que comportan el poder.
Lo mejor: El cotilleo sobre Sarkozy (aunque no llegue a aparecer la Bruni).
Lo peor: La falta de intensidad de lo que se supone un conflicto político de altura.