El niño que alcanzó un sueño
por Virginia MontesLa creación de niños prodigio ha sido una costumbre desde los inicios de Hollywood: caritas lindas e inocentes con las que proporcionar alegría a los espectadores con sus encantos. En los últimos tiempos, los ídolos infantiles han proliferado como hacía tiempo que no veíamos, convirtiéndose en máquinas expendedoras de dinero a través de la red de canales de la cadena Disney y de Internet: niños prepúberes capaces de bailar, cantar e interpretar y de convertirse en ídolos de masas de toda una generación que comienza a hacer sus pinitos en la sociedad de consumo. Justin Bieber es hijo de su tiempo, comenzó muy pequeño gracias a un golpe de suerte: el descubrimiento por parte de millones de internautas de un vídeo de YouTube que le lanzó a la fama. Han cambiado los formatos y quizás también la forma de llegar a la meta, pero en el fondo los procedimientos para alcanzar el clamor popular, siguen siendo los mismos. Con quince años publicó su primer disco, y a partir de ahí, comienza la historia de una estrella. Eso es más o menos lo que cuenta este documental dirigido por Jon Chu que comienza con Justin asistiendo al Madison Square Garden para realizar una actuación y que nos introduce en las interioridades del cantante, en su ámbito privado y en su pasado, a través de material fotográfico y grabaciones de vídeo, y rebusca en su entorno, tanto familiar como social, para extraer declaraciones tanto de la madre del cantante como de compañeras de generación como Hannah Montana.
'Justin Bieber: Never Say Never' es una película-concierto destinada a aliviar a las histéricas fans con material suficiente como para que sigan soñando con su ídolo, al mismo tiempo que se les vende, a modo de mantra, la tesis del éxito del chico normal que, con un poco de esfuerzo, logró hacer realidad sus sueños.
A favor: Que a pesar de las reservas iniciales, tampoco es tan mala como parece.
En contra: Si no eres fan de Justin Bieber, la película puede resultar una tanto indigesta.