"Congelada como un helado de crema", ausente sin motivación o empatía, sensación unánime después del visionado de toda la cinta, y aún admitiendo que en los últimos 40 minutos coge algo de fuerza e interés, no por su historia, sino por la cotilla curiosidad de saber si culpable o inocente será.
Porque, el resto de falso documental ofrecido como antesala al juicio es un desfile de marujas, jubilados, ciudadanos de bien, y otros no tanto, cuyo hobbie oportuno para la presente narración es largar sobre la vida, milagros y desgracia de su hermano de comunidad, un querido, amado y ensalzado miembro de la parroquia por quien se bebe los vientos y pone la mano en el fuego sin pensar.
Sólo que todo ese desfile parlanchín de monólogos alternos aburre, cansa y despierta nulo entusiasmo ya que, a los diez minutos ya estás hastiado y saturado de oír tanta benevolencia y gratitud del considerado presente, indiferencia de referente que se acumula conforme pasan las caras y continua el chorro incesante de comentarios, sacados del baúl del chismorreo recordado.
La película es producida en el año 2011, cuatro años desde entonces pasando, sin pena ni gloria, por el circuito de largometrajes al acecho del público hasta que, su laureado director, Richar Linklater, recibierá tan magníficos honores y premios por "Boyhood", de lo cual sale beneficiada la susodicha narración, que es recuperada del almacén del olvido para llegar a primera plana de cartelera actual.
Si algo se aprecia de ella es la interpretación de Jack Black quien, por una vez, se deja de hacer el tonto y recurrir a sus repetitivos gestos, para intentar una actuación sólida y serena, cosa sorpresiva que consigue, con logro observado y en mejor forma de lo esperado, con la torpeza de que, todo su apreciado esfuerzo y firme trabajo va acompañado de un argumento endeble y pobre, de guión sin rumbo ni destino ni atino, excepto alargar esa noticia de periódico q en su día atrajo la atención del ciudadano texano, curiosidad de un hombre de fe, ejemplar, sociable y enaltecido por el pueblo entero capaz de un acto inconsciente, pero mortal, que marcará su destino.
Más allá de esta pequeña anécdota, hay poco ¡la verdad!, olvídate de la insinuada comedia pues, sólo es ficción de venta para que demuestres apetencia por ella, despertar tu hambre para quedarte a dos velas ya que, si no hay registro de comicidad, menos lo hay aún de una posible, atractiva y morbosa lectura dramática y negra.
Simplemente, el ángel de la ciudad, modelo de amigo, fiel confidente, devoto consejero, de generosidad sin límite cruzó la línea, cometió un error y se convirtió en breve arrepentido demonio, por tanto, como buen religioso y persona de fe, pide perdón y recibe la bendición de toda su congregación, ¡que le den a la bruja que recibió el fatídico golpe de manos tan finas, rostro tan cándido y habla tan amable!
El formato empalaga, agota y harta, carga pesada que se libera tenuemente cuando llega a estructura de tragedia más perfilada, ese juego de mezcolanza entre la ficción, la crónica y apuntes alternativos no aporta disfrute, supone anodino observar, de rostro a vecino, sin alimento que te lleve a desear más; es más, cuando enfila la seguida más lineal en su configurado esqueleto, se agradece con profundidad, pues aporta un mínimo de merodeo sobre cuál será su desenlace, eso siempre contando con que no vengas consabido sobre la historia pues, entonces te preguntarás por qué hacer un relato sobre ésto ya que ¡será por noticias espeluznantes, que se dan todos los días en directo, en el telediario!
Si al menos hubiera acertado con ese toque de humor e ingenio propagado, con esa sombría desdicha irónica prometida, el resultado osaría ser más afortunado pero, pierde esa opción por agravio a un personal que se duerme y exhibe impasibilidad y desgana respecto el tal Bernie, ese bendito ser, con demonio oculto, que hace camino según inspiración intentando llevar alegría, cariño y consuelo a sus semejantes, sólo que a uno en particular le dio un golpe maestro, tan certero y diestro, que fue imposible de recuperar la relación previa.
No te dejes engañar por la fachada y su oferta de negocio, no divierte, no provoca aliciente, ni ánimo, ni apego, entretiene en mínimos de indulgencia por parte tuya y, como intrusión llamativa en la vida de tan destacado protagonista, pronto te distancias de él, de su personalidad y recorrido.
"La viuda rica llora por un ojo, ríe con el otro", cárcel en la que cae el bienaventurado referido por excesivo amor y bondad desbordante aunque, eso sí, con límite de caducidad y aguante pues, hasta este candoroso sujeto puede ser maligno y peligroso, únicamente hay que tocar donde cabe para que la llaga explote y segrege toda su desagradable bilis.
Anémica en contenido, escasa en rendimiento, ineficaz en propósito, conclusión..., laguna receptiva de soledad perceptible.
Mejor no tomes muy en serio las alabanzas de la crítica, tu ilusión ingenua se estrellará sin remedio.
Bernie, no merecías ¡mi noche de viernes!