No envejeceremos junto(a)s
por Eulàlia Iglesias'J'ai tué ma mère' (2009), la película que dio a conocer internacionalmente al debutante Xavier Dolan después de su paso por la Quincena de Realizadores de Cannes donde acaparó casi todos los premios, era el retrato de una relación tormentosa, la de un hijo gay con su madre divorciada, que pecaba de una excesiva autocondescendencia, quizá atribuible a la edad del director, apenas un veinteañero por entonces. Cuatro años y dos películas después, el cineasta quebequés sigue siendo descaradamente joven, pero su tercer largo 'Laurence anyways' da muestras de una insólita madurez a la hora de abordar más de diez años de una historia de amor insólita.
Laurence y Frédérique, profesor de literatura él, productora audiovisual ella, son guapos, listos y se quieren con pasión. Hasta que el día de su trigésimo cumpleaños, Laurence le confiesa a Fred que no se siente cómodo con su cuerpo, que preferiría tener el de una mujer. Esto no es el drama de una pareja que rompe porque él descubre que es gay. No resulta tan fácil. Laurence sigue considerándose hetero pero desea sentirse contemplado como una fémina. Quiere vivir como una mujer, envejecer como una mujer... junto a la mujer que ama. O no.
Xavier Dolan podría haberse conformado en reseguir la mutación del protagonista y pulsar las reacciones que ello provoca en su entorno. La reivindicación que no falta en la película, así como la denuncia de la intolerancia a lo diferente por parte de algunos. En la escuela
donde trabaja, la naturalidad con que los alumnos acogen el travestismo de Laurence contrasta con el rechazo que se encuentra en la sala de profesores, incluso entre colegas supuestamente afines. Pero Dolan no se limita a firmar una película de reafirmación transgénero, más allá que la primera secuencia siga a Laurence ya enfundado en un traje chaqueta que se pasea por la calle atrayendo todas las miradas de vecinos y paseantes. 'Laurence anyways' es un melodrama en torno a dos personas que se aman pero se descubren incapaces de vivir juntas. Al proceso de (auto)aceptación que vive Laurence, Dolan confronta el no menos duro dilema que vive Fred. ¿Podrá aceptar ella que el hombre al que ama quiere ser una mujer? El personaje de Fred, la mujer que se propone seguir queriendo a Laurence a pesar de sus muchas dudas, es el que otorga buena parte de la fuerza a esta película.
Como en toda su (por ahora breve) filmografía, el exceso es uno de los rasgos definitorios de 'Laurence anyways'. Por momentos, puede resultar un defecto: la historia se expande a lo largo de más de diez años y la película desborda innecesariamente las dos horas de metraje. Pero la personalidad del cine de Dolan se encuentra en su alejamiento de las convenciones. Los protagonistas de 'Laurence anyways' aman por encima de lo que les dicta el sentido común, por eso su historia se convierte en un estira-y-afloja que se alarga más de una década, esos años noventa que deberían haber acogido con naturalidad la revolución personal que lleva a cabo Laurence. Y, a pesar de seguir una estructura relativamente clásica, la película encuentra sus grandes momentos en esas secuencias cuasi videocliperas que exaltan los sentimientos de los personajes, pero también en las conversaciones descaradas entre los protagonistas o en el retrato de "familias" nada ortodoxas. Y 'Laurence anyways' es un filme lleno de pasión, en efecto, pero también consciente, y aquí radica la madurez de Dolan, de que con el amor no siempre basta.
A favor: la secuencia de la fiesta con el 'Fade to Grey' de Visage de fondo, digna de un videoclip de los Pet Shop Boys.
En contra: la segunda mitad de la película resulta más irregular.