¡Cómo puede ser que la posibilidad de utilizar el 100% de la capacidad cerebral, convertirte en pura energía resulte tan poco atractiva, nada estimulante y cero gratificante!
Porque molaba ser Powder, era genial ver las habilidades de John Travolta en Phenomeno pero..., ¿alguien se cambiaría por Scarlett Johansson?, ¿interesa esta Trascendence rubia con andares de Matrix?, aparte de que ¡puede que sea su peor interpretación nunca vista!
Ahora vayamos a la histora que ¡esa es otra!
Los símiles de caza, atrape y sensación acorralada de la protagonista nada más empezar el filme para con el mundo animal, con la vida salvaje y la naturaleza en su pleno esplendor te hacen albergar esperanzas de originalidad, de un fondo válido, contenido profundo a descifrar..., ¡olvídate!, porque a partir de ahí un espectáculo de luces y colores, tiros y excentricidades, despropósito de danza con etiqueta de poesía metafísica que se estrella contra su propio ego, desbarajuste de querer tocar el cosmos, las estrellas y más allá y quedarte sentado en el banco de un parque como un monigote que ve un desfile de títeres bailarines que entretienen, hacen gracia y ruido pero de cuya historia no te crees nada por ser cutre, barata y surrealista, propia de quien se cree genio y no sabe freír dos huevos, una tontería banal etiquetada como cinco estrellas que no supera los calamares del bar de la esquina, un Don Perignon que esconde a Don Simón en su interior y gracias por la generosidad de la comparanza, locura no admisible por no producir ensoñación, ni éxtasis -aparte del subidón que tuvo Luc Besson para idear este galimatías- ni interés alguno.
¿De cara al espectador?..., es verdad que no te aburres, es verdad que pasa rápido, es verdad que te dará igual que los de la fila de atrás no callen, es verdad que no molestará el de tu derecha comiendo palomitas, es verdad que tu vista y oído se distraerán con el móvil de tu amigo, es verdad que mirarás la pantalla por mirar, es verdad que seguirás la trama sin pretender saber ni conocer, es verdad que muy, muy, muy lejos quedó Nikita, León, El quinto elemento, Transporter..., y que el tiempo, como unidad de medida -¡menudo descubrimiento hace la portentosa protagonista con mentalidad suprema!- hace estragos en la persona, grietas que la vida y, en este caso, el sufrido espectador pagan injustamente con la desilusión de sus expectativas y el malogrado pesar de su fraudulenta decepción.
Película de fuegos artificiales fantasiosos, juegos malabares que combinan acción con ciencia, deslumbre con porquería, sabiduría con inmundicia, filosofía existencial con un chute de droga, lsd y lo que se ponga por delante, claridad de ideas con fanfarronada de perder la cabeza, un no saber que tomar, elegir un poco de todo y crear un combinado único y esperpéntico que no debería volverse a intentar y cuya copia de seguridad debería ser borrada por miedo a posible repetición futura.
"Ya no soy vulnerable, ya no soy insegura, ya no tengo miedo a morir"..., muérete ya, ¡por Dios!