The extraordinary ordinary life of José González

¿Puede apasionar el aburrimiento más extremo? ¿Puede ser extraordinaria la cotidianidad? Dos preguntas perfectamente lícitas al enfrentarse a la obra y vida de José González. Porque JG toca como un arcángel, pero habla como un profesor de física (retirado). Además, es abstemio (o se le acerca). No hay groupies en su camerino, y eso que cuelga de su nariz no es un billete de 10 euros. No, la vida del rock no es para González, y sus escasos gritos serían susurros para otros. Así de silencioso, lento, meticuloso es. En The extraordinary ordinary life of..., el virtuoso guitarrista sueco-argentino demuestra que, en su mundo (el del pop), ser totalmente ordinario es raro. Aunque quizás “ordinario” sea una palabra demasiado fuerte. González no es ordinario, porque nadie que se levante por la mañana pensando en “cómo los fotones transmitidos por el sol llegan al ojo humano” puede serlo. González pertenece a una especie rara de ermitaño en vías de desaparición, de filósofo griego trashumante, figuras que pertenecen a siglos de un sólo dígito. Y que, desde luego, nunca han formado parte del rock o el pop. Este documental sigue a González y su voz monotonal -más regular que la de Noam Chomsky- mientras gira por el mundo manteniendo conversaciones plácidas, soltando reflexiones sobre el cosmos y el cerebro humano y los cromosomas, comiendo desayunos y pegándose siestas y cortándose las uñas y posando (muy incómodo) para sesiones de fotos: decididamente, una vida nada rock. Oh: la peripatética historia de su familia, así como algunos intermedios de física y química, se nos cuentan en fascinante y divertida animación. Y todas esas canciones, que le ponen a uno medio en trance.