Atreverse a soñar, a mejorar, a fantasear con una vida mejor, a ilusionarse con un proyecto personal, a recoger los frutos de tantos años de sacrificio y duro trabajo, a sonríer ante las posibilidades de tu ávido esfuerzo, a desear la felicidad completa, el paraíso al alcance de la mano...,o...,aceptar la pérdida de tus sueños, el fracaso de tu añorada vida, la destrucción de tu ardiente fantasía, la ruina imprevista, llenarte de deudas, abuso bancario, ahogo prestamista, impotencia y rabia, soluciones desesperadas, amargura en aumento, la llegada al infierno...
Un relato muy auténtico y veraz, de gran dureza y crueldad, sentido y vivido con afán, devoción y pasión, de áspera visión y formato rígido sobre la supervivencia extrema, erróneas decisiones, la imparable cuesta hacia abajo y la inclusión en un bucle asfixiante sin retorno ni salida que carcome todo tu interior, destruye tu espíritu más limpio y amarga todo tu pensamiento.
Nocivo estar que no se detiene y lleva a la autodestrucción, toxicidad de un capitalismo burocrático que te inmoviliza, atrapa y coloca en la cumbre de una cúspide de vértigo y escombros que anulan tu presencia y transforma tu existencia en un martirio, periplo de elecciones a cual peor para quedar, a cada paso dado, más encerrado si cabe en ese telaraña agobiante que aniquila, devora y hace perder tu razón, tu persona y actuar a la desesperada cual animal herido en sus entrañas que reacciona por instinto de dolor, defensa y humillación insoportable, devorada exhibición de rabia, presión, sincronías ilícitas y una red económica que no te permite avanzar ni progresa y te mueve y desliza cual serpiente venenosa a la indeseable marginalidad, el oscuro abuso y una, cada vez más tentadora, delincuencia.
Impresionante, efectiva y absorbente interpretación de Guillaume Canet que divide su historia a través de las dos relaciones que vive, la primera de dulce enamoramiento, alegría e ilusión, una ambiciosa propuesta de futuro que transcurre con rapidez y armonía, agilidad y júbilo para entrar de lleno en el asunto clave que se quiere mostrar ápice de toda la trama y una segunda de convivencia forzada y al límite, relación amarga, frustrante y dolorosa con un niño llevado de la mano a la inmundicia de la vida, que es arrastrado a la fuerza cual maleta de viaje sin equipaje ni explicación de destino, tristeza e incomprensión de un abandono emocional materno que choca con la presión, rabia y tirantez de un adulto agobiado, impotente, falto de ideas y arrinconado en un agujero cada más profundo, estéril y mortal del que es más difícil salir.
Fotografía urbana, ambientación gris y apagada para exhibir la gélida vivencia de camino a la perdición, dirección firme y segura para un argumento estable de correlación consistente y contenido sereno y estoico y un guión duro, cruel, de violencia afectiva y conmoción inagotable que retiene tu interés con atención y premura, un auténtico dejarse llevar por la afinidad y segura empatía de este sufridor superviviente que se niega a abandonar su sueño, que se da de bruces contra una montaña imposible de mover o escalar pero que no resta fuerzas, ímpetu y coraje a ese espíritu intrépido y valiente que quería comerse el mundo.
Una historia de nuestro tiempo, quimera destruida y convertida en el peor abismo, un lucifer que te persigue, martillea, golpea y vuelve a golpear para rematar su trabajo y asegurarse tu muerte emocional, tu ahogamiento racional, tu hundimiento perceptivo, para castigar tu insolencia y descarado, atrevimiento de aspirar a más, de buscar un asiento mejor desde el cual ver y apreciar la vida, no sufrir ni padecer por ella.
Una hermosa ensoñación que no sale gratis, una bella fantasía de precio muy caro, la osadía de querer volar y que te corten las alas, cicuta obligada a ser bebida pero que permite un último aliento de no morir ahogado por tu propia sangre derramada, inquietante-devastador-directo tiro al corazón realizado con dignidad, talento y esmero.
Un simple y arduo recibir golpes y no desfallecer.
¡Mantente vivo!