Intento emocionarme ante lo visto, ante su evidente andadura conocida, intento soñar con su aventura, intento ser benevolente con lo ofrecido por el camino, intento mantener la ilusión por ella, intento no desfallecer ante este Romeo y Julieta que el destinó unirá, intento no relajarme tanto que me duerma de soseigo, intento sentirme seducida por su desenlace, intento compensar la fallida esperanza de hallar algo de válida sustancia, intento disfrutar de una clásica historia romántica de pasos previstos y drama alargado en demasía, intento aguantar tanto soporífero momento que no me dice nada por ese único beso en el último momento, intento no aburrirme mientras, intento no dejarme llevar por un desapego involuntario pero presente que me aleja de cualquier sentimiento de conmoción o fantasía, intento convercerme de que vale la pena, intento descubrir algo que merezca su espera, intento encontrarle gusto a esta vacía mezcolanza, sabor a este ingenuo e inocente banquete, intento que tanto acaramelado dulzón en palabras teóricas de embobados sueños nunca realizados compense la falta de acción práctica, intento hallar algo más que un relato simple, llano y fofo ideal para "Hay una cosa que te quiero decir" con abrazo y ósculo efusivo tras retirar el panel, intento..., ¡a la porra tanto intento! pues, ante tan solicitada pregunta, "Rosie Dunne, ¿puedo llevarte al baile?", y la respuesta, "¡más vale tarde que nunca!", Alex, ¿qué quieres que te diga?, ¡ya podías haberla llevado cuando tocaba!, y Rosie, hija, ¡a ver si espabilas!, porque este tiovivo geográfico de dar vueltas y vueltas y cambiar de pareja a encuentro nunca hallado hasta parada por todos sabida y consabida llega a cansar y saturar ante el poco convencimiento de lo compartido por muy buenas intenciones del guión, empeño de los protagonistas y miradas cálidas de asfixiante distancia nunca recorrida.
Películas que tratan el amor nunca confeso entre dos enamorados, siempre amigos, por supuesto, como enorme barrera a romper y saltar, que se mantiene puro y casto en el tiempo a pesar de los avatares, inconvenientes y dificultades que la vida ponga por medio hay varias, a elegir por doquier, con más festividad en su recorrido, alegría en sus notas, picardía en sus escenas, inteligencia en sus diálogos, sexappeal en sus parejas, carisma en el relato..., todas las que se quiera pues ésta es para adolescentes inocentes, poco exigentes aún sin mancillar, de inicio a la dura y cruel pubertad, que aún son vírgenes de espíritu y apenas demandan algo más que ñoñería, nimiedad, suavidad remilgada y carencia de toda osadía o tenacidad que lleva a seguir la aventura de estos eternos amigos, por mucha longitud, distancia y personas que hayan o surgan entre medias.
Me gusta él en sus inicios, agrada ella en sus principios, es hermoso lo nunca compartido, vicioso y adictivo lo callado, una delicia verles juntos, apetencia exquisita de saber qué tormento les depara el futuro para ponerse a sufrir en superarlo, expectante la visión que precede al comienzo de este viaje que debe contar con angustia, dolor, añoranza, deseo, emotividad, celos, envidia, caos, traspiés, sonrisas, lloros, tropezón, aciertos..., un poco de todo en la justa medida pero, entonces empiezan a marear la perdiz de este cuento romántico con tan poco fortuna, sabiduría e ingenio en los pasos dados que el vuelo sugerente de ver como ni el tiempo ni el espacio, ni las calamidades ni las vicisitudes, ni lo insinuado apenas escuchado, ni lo creído nunca certificado podía con este amor, oculto pero consolidado, se convierte en un contar los minutos para saber cuando llegará ese momento en que Zack Mayo (Richard Gere) besa y coge en brazos a Paula (Debra Winger) y salen de la fábrica al griterio de sus compañeras y la música mágica de Joe Cocker...ah, perdón, ¡esa era otra película!
"Serendipity", "El amor es lo que tiene", una más formal/otra más risueña..., ¿por qué no puedo dejar de pensar en películas de romance no vivido, pero deseado con pasión, mejores que ésta?
Sinceramente Rosie, qué decepción y desengaño a resultado ser tu eterno conflicto romántico, con mucho, mucho amor te lo digo pues..., que bodrio e infantilismo cándido para llegar a ese último bodorrio futurible después de dos intentos nulos por error de acompañante, un poquito más de marcha y juega, carácter y adrenalina, carisma y temperamento, pimienta y sal a vuestro desespero que sino ¡yo también me desespero!, que todos sabemos cómo acabará esto, ¿no?
"Noches de bohemia y de ilusión, yo no me doy a la razón tú como te olvidaste de esto...", yo tampoco, Navajita Plateá.