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    De repente, el último verano
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    David Filme
    David Filme

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    4,0
    Publicada el 25 de septiembre de 2021
    “De Repente, El Último Verano” es un intenso y perturbador drama sureño, dirigido por Joseph L. Mankiewicz y protagonizado por Elizabeth Taylor, Katharine Hepburn y Montgomery Clift. Basado en una de las novelas del magnífico escritor, Tennesee Williams. Formalmente se estructura como una obra teatral. Los personajes mantienen largos y trabajados diálogos, o se expresan mediante marcados parlamentos. Las localizaciones son pocas, todas interiores, pero trabajadas a conciencia. Como ejemplo tenemos al exuberante y grotesco jardín de Violet, donde la vegetación es tan profusa y variada que acaba produciendo una sensación malsana. Los protagonistas se mueven por estos lugares mientras sencillamente dialogan, lo que puede parecer demasiado sencillo y quizá aburrido. No obstante, el hecho de que los diálogos sean brillantes a base de inteligencia y de un cuidadoso simbolismo, y que las escenas estén cuidadosamente construidas neutraliza nuestras aprensiones. La filmación de algunas de estas conversaciones es estupenda. Véase la que tiene lugar entre John y Violet en el frondoso jardín, hecha a base de ligeros travelings y con los personajes parándose en el momento y el lugar justo para sugerir una idea. Otro tanto podría valer para para el encuentro entre John y Catherine en el hospital. A pesar de toda la carga teatral del film, hay aportaciones cinematográficas muy valiosas. Alguna de ellas, como cierto flashback donde se usa la superposición de situaciones, es particularmente recordada. El relativo estatismo se rompe en algunas situaciones, y casi siempre para la introducción de situaciones realmente incómodas. Algunas dignas del terror psicológico más selecto.

    No obstante, una virtud del guión es la capacidad de sugerir temas escabrosos de una forma sutil. Pero no solo eso. El guión pivota en torno a un personaje al que no vemos la cara nunca, un personaje que no sale. Hablamos de Sebastian, el hijo de Violet. La relación materno filial era enfermiza. La madre controlando todos los pasos de su hijo, estando presente con él en todos los sitios. Sin embargo, el pasado verano fue el primero en que no acompañó a Sebastian de vacaciones. Lo hizo Catherine, y en esas vacaciones él murió. Violet la culpa irracionalmente de la muerte y planea la trama de la lobotomía. Sin embargo, aunque la autopsia reveló que Sebastian murió de un ataque al corazón, en realidad debió de ocurrir algo mucho más complejo y aterrador. Algo que Catherine guarda dentro de sí y que le es imposible recordar. El doctor Cukrowicz se dará cuenta de ello y tratará de llegar a la verdad. Mientras tanto, se van filtrando temas que sin mencionarse expresamente van quedando patentes. Particularmente hablamos de la homosexualidad. Habida cuenta del origen que tiene la historia en Tennesse Williams no es extraño. El guión mediante soterradas alusiones y una esmerada simbología va asociando la idea de la homosexualidad a Sebastian. Sin ni siquiera mencionarse la palabra. Merced a una alta calidad literaria y a la imposibilidad de ser más explícito en el contexto de la época. Hay otras pulsiones de las que la película da buena cuenta, más asociadas a la violencia, y que sacan al espectador de su zona de confort.

    Sin embargo, nos encontramos ante un drama eterno e imposible de abarcar por entero. Tanta es la tiniebla que esconde, tantos desvíos y túneles que conducen a un aterrador vacío, que probablemente no seremos capaces de llegar jamás hasta el final, si es que lo hay (Porque yo estoy convencido de que no lo hay).
    Al igual que el alma no se puede medir, ni palpar, ni se conocen sus límites, Mankiewickz, inmortalizando en la pantalla grande este revulsivo, dejó para las generaciones venideras un trozo de universo humano que no posee fronteras, ni es susceptible de poder ser analizado en su totalidad. Tanto la película como la obra original fueron demasiado modernas en atrevimiento para la época y no estuvieron exentas de polémica a pesar de la rendición final de crítica y público. A Mankiewicz le dejaron muy claro que la homosexualidad y pedofilia de Sebastian debía sólo sugerirse pero jamás ser mostrada. Personaje éste que al no aparecer en imágenes subraya el mérito de guión y realización a la hora de dotarle de vida propia y protagonismo a través de lo que los otros hablan de él. Locura, marginación, homosexualidad, inadaptabilidad, mezclas entre lo real y lo onírico… son características recurrentes de la obra de Williams también aquí presentes y dosificadas en este caso, junto al amor idealizado y exacerbado de una madre a su hijo, para crear suspense.

    Las actuaciones que sostienen los diálogos son de altísimo nivel. Katherine Hepburn como Mrs. Venable, alcanza un equilibrio portentoso entre la inestabilidad emocional, y la contención maquiavélica. Vemos que odia a Catherine y que razona de forma astuta para castigarla. Cree que ella es culpable de la muerte de su hijo Sebastian, con el que tenía una relación intensamente enfermiza. Digamos que para ella la lobotomía de Catherine es más un castigo que un tratamiento. Elizabeth Taylor encarna a Catherine Holly, dibuja una locura cuyo tormento es más explícito, más pasional. A veces llegando a la violencia. Pero percibimos que en realidad es una víctima a la que Violet quiete castigar. La actuación de Liz Taylor es apasionada, poderosa y algo melancólica. Montgomery Clift llegó a la película en un mal momento. No hace mucho había tenido un fuerte accidente de tráfico y había caído en una espiral de drogas y alcohol. Liz Taylor fue una de las artífices de que Clift estuviera en el proyecto. Su personaje, el doctor John Cukrowicz es el vértice que une los desequilibrios de Violet y Catherine. Se enamora de esta última y percibe que hay algo en ella, un trauma, que no se atreve a contar. Algo que podría salvarla de la lobotomía. La actuación de Clift es intensa, en virtud sobre todo de su mirada, pero relativamente comedida en comparación con otras cintas suyas. Estupenda en cualquier caso.

    En definitiva, intenso y perturbador drama sureño, la película nos muestra hasta donde podía llegar Hollywood en materia de guión, intérpretes y dirección. Basa su fortaleza en tres aspectos fundamentales: los brillantes diálogos, el feroz dibujo de personajes y las magníficas actuaciones. Aquí todos los talentos están puestos en una retorcida historia que supura dolor, angustia y traumas. Depende mucho de su carácter teatral, lo cual en un primer momento puede hacerla menos accesible. Sin embargo, ver actuar al trinomio formado por Katherine Hepburn, Elizabeth Taylor y Montgomery Clift acaba encandilando sin miramientos.

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