En 1883, el irlandés Oscar Wilde vuelve a Londres eufórico tras haber pasado un año dando conferencias en Estados Unidos y Canadá. Transcurren los años y todo parece ir estupendamente para Oscar. Su ingenio, su extravagancia y su carrera literaria gozan de una gran celebridad y en cuanto a su vida personal, Oscar se ha casado y tiene dos hijos a los que adora. Pero una noche, tras el estreno de una de sus obras, un amigo le presenta a un atractivo estudiante de Oxford, Lord Alfred Douglas apodado Bosie. Es el principio del fin para el dramaturgo que, absolutamente fascinado por ese joven arrogante, inteligente y cruel, lo abandona todo. El amor, mezcla de pasión y obsesión, que siente por Bosie va consumiendo poco a poco a Wilde hasta destruirlo por completo cumpliéndose así, en él mismo, su propia máxima: En este mundo sólo existen dos tragedias. Una es no conseguir lo que uno desea y la otra, conseguirlo.
Un retrato de Oscar Wilde
por Bibi Ramos