En busca del tridente perdido
por Xavi Sánchez PonsCualquier aficionado al universo de ficción de Jack Sparrow y Cía. aún recuerda el chasco que supuso Piratas del Caribe: En mareas misteriosas. Íbamos con ganas de celebrar la madurez de la franquicia, y salimos con el rabo entre las piernas. Un Rob Marshall más perdido que un elefante en una cacharrería fue incapaz de replicar el delirio y el sentido de la maravilla de Gore Verbinski. El 3D tampoco ayudó, el formato –mal utilizado en este caso- oscureció la película de tal manera que, a ratos, hacía difícil seguir la acción que veíamos en la pantalla. Vamos, la cuarta entrega de Piratas del Caribe pareció estar gafada en lo creativo. Tanto que hasta Disney decidió parar el tema a pesar de su inexplicable –se trataba de un filme de muy baja calidad- éxito en taquilla. Seis años de parón –muchos para una gallina de los huevos de oro como esta-, a los que ahora pone fin Piratas del Caribe: La venganza de Salazar.
¿Qué podemos decir de esta quinta parte? Pues que, a pesar de no mirar de tú a tú a la trilogía de Verbinski, sí que presenta algunos brotes verdes. Cómo pasó en la estupenda Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto, la nueva entrega del universo corsario basado en una atracción de Disney World recupera, en esencia, el espíritu del cine comercial norteamericano de finales de los setenta y principios de los ochenta. Es más, lo que propone es un remedo resultón de La guerra de las galaxias en clave marina. Tenemos un Darth Vader en el villano al que pone cara con convicción y vis cómica Javier Bardem (cada vez que nombra el apellido Sparrow con acento mexicano es hilarante), una Leia y un Luke Skywalker en los dos jóvenes protagonistas de alma geek que se estrenan aquí (interpretados por Brenton Thwaites y Kaya Scodelario), y una serie de líos familiares (padres no reconocidos y demás) que harían las delicias de George Lucas y Lawrence Kasdan.
Respecto a la acción disparatada, los chascarrillos de Jack Sparrow, y los guiños al cine fantástico y de terror marca de la casa, Piratas del Caribe: La venganza de Salazar va bien servida. De hecho, está pensada para contentar al fan; cosa que hace sin dar gato por liebre. El prólogo es un prodigio fantasmagórico (lo mejor de la cinta), imágenes como la de la tripulación de piratas zombis del barco de Salazar caminado sobre el agua son poderosas, hay un derrape de barco digno de la saga Fast & Furious, y un grand finale al más puro estilo Cecil B. DeMille que incluye las dosis suficientes de fantasía e inverosimilitud.
En resumidas cuentas, la película dirigida por los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg es un divertimento irregular (tiene problemas de ritmo, algunos chistes no funcionan y de carisma va justa), pero su falta de pretensiones y su apuesta por las aventuras clásicas de corte fantástico son efectivos. Quizás sea –veremos qué pasa en el futuro- una primera piedra necesaria para que los piratas del caribe vuelvan a molar nivel Gore Verbinski.
A favor: toda la parte fantastique, Javier Bardem, y la coda emotiva de Hector Barbossa (Geoffrey Rush).
En contra: se trata de un entretenimiento de usar y tirar.