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    Desmadre de padre
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Desmadre de padre

    Todo tipo de (tronchantes) excreciones

    por Alejandro G.Calvo

    No ha tenido suerte el actor Adam Sandler -cada día más cerca de convertirse en el Nicolas Cage de la comedia- en las últimas películas que ha protagonizado. Ni la zafia 'Niños grandes', ni la torpemente romanticona 'Sígueme el rollo', ni la ridícula 'Jack y su gemela' -no contamos la patética 'Zooloco' donde ponía voz a un mono- han hecho honor a uno de los mejores actores de comedia de las últimas décadas. Cada vez más incomprendido y encasillado, sería necesario poner sobre el tapete su póker de películas definitivo: 'The Waterboy (El aguador)', 'Punch Drunk-Love' (me niego a llamarla por su título doblado), '50 primeras citas', 'Click' y 'Zohan: Licencia para peinar' (yo hasta añadiría ese revulsivo de la comedia clásica que es 'Hazme reír'), para recordar que estamos delante de un hombre capaz de convertir lo absurdo (e incluso lo escatológico) en una genialidad de risa oblicua, capaz de alcanzar múltiples capas con chistes que no duran más que un breve fotograma. Quizás sus transformaciones más hilarantes así como su gusto por disfrazarse de forma estrambótica esté empezando a diluir su figura en un fenómeno parecido al ocurrido con Eddie Murphy (¡o, Dios no lo quiera, a Martin Lawrence!), una tendencia (mejor llamarlo declive) a la que no hace un especial favor esta 'Desmadre de padre' ni, con toda seguridad, la secuela de 'Niños grandes' que ya se está rodando.

    Ahora, no querría ser injusto con la película y asumo mi parte de culpabilidad: me he reído bastante con ella. Y es cierto, existe en su mismo germen una sobredosis de zafiedad y un amor desaforado por el chiste de brocha gorda que, sin embargo, no funciona por contraposición al tono general empleado, sino por puro acoso y derribo del espectador. Desde el primer fotograma de 'Desmadre de padre' uno ya sabe que la película va a girar en spinning como un diablo de Tazmania sobre tres vértices inamovibles: las excreciones corporales, las parafilias sexuales y la violencia más risible. A partir de ahí es un toma y daca continuo donde si bien la mayoría de los chistes acaban naufragando, hay un buen puñado que sí dan en el blanco -el gordo de la maratón, la stripper ballenoide comiendo bocabajo, los maleducados criados chinos-, razón más que suficiente para no despreciar una película sin más aspiraciones que hacer reír a todos aquellos que siguen llorando cada vez que ven a Adam Sandler practica sexo con una anciana (un clásico en su repertorio).

    A favor: La secuencia de la despedida de soltero, un despiporre en toda regla. Y esa gran asociación entre las actrices Eva Amurri Martino y Susan Sarandon, dando vida a la misma mujer en dos espacios temporales distintos.

    En contra: Esos chistes que se quedan colgando en el plano sin que se oiga el más mínimo carraspeo de aprobación.

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