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    Nader y Simin, una separación
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Nader y Simin, una separación

    Un caos bajo control

    por Carlos Losilla

    Ya con 'A propósito de Elly', su película anterior, Asghar Farhadi se labró una reputación desagaz observador de la sociedad iraní no tanto a partir de la crítica directa como de un cinemetafórico y alusivo, que desvelaba las miserias de su país a través de personajes cotidianosy realistas, pero también arquetípicos de un determinado estatus. Con 'Nader y Simin, unaseparación', su espectro se amplía y, tomando como excusa las desavenencias entre unmatrimonio, describe una humanidad bulliciosa y contradictoria, un cuerpo social en perpetuatensión, cuyas ramificaciones narrativas construyen escenas agitadas y nerviosas, muyalejadas de la idea que muchos tienen del cine iraní a partir de Abbas Kiarostami, su mayorrepresentante: aquí no hay planos largos ni vocación contemplativa, tampoco una reflexiónexplícita sobre el cine como creador de realidad a partir de la ficción y viceversa, sino más bienun torbellino de imágenes y palabras bajo las cuales el espectador debe descubrir qué estáocurriendo realmente.

    No se lleven a engaño, no obstante, pues la "separación" del título no es el verdadero temade la película. Lo que importa es ver qué ocurre cuando se desestabiliza un orden rígidamentepreestablecido, lo que pasa cuando el marido contrata una cuidadora para que se ocupe de supadre cuando su mujer abandona el hogar conyugal y ello, inesperadamente , lo introduce enuna espiral de malentendidos que Farhadi llevará literalmente al límite, con ritmo frenético,durante más de dos horas. A partir de ahí los prejuicios, los estereotipos, la incomunicacióny todo aquello que se ocultaba tras una apariencia más o menos plácida salen a la superficiepara dejar claro que no hay buenos ni malos, sino únicamente un tejido social incapaz deconstruirse a sí mismo, entre la influencia occidental y las obligaciones que le impone latradición y la moral del país en el que viven.

    Hasta aquí, pues, ningún problema. Farhadi controla la situación con el timing adecuado y unsentido de la observación en ocasiones prodigioso, hasta el punto de que algunos momentosde la película aúnan planificación, ritmo e interpretación de los actores de manera a la vezarmoniosa y vibrante. Permítanme, sin embargo, una objeción a tan calculado mecanismo.A veces, sobre todo cuando los acontecimientos se precipitan y los diálogos se pisan unos aotros como en una tragicomedia costumbrista, me he sentido realmente abrumado viendoesta película. Y luego, reflexionando sobre ese estado de ánimo, he tenido la impresión de quequizá este último no está pensado tanto para reflejar el caos permanente de las situacionescomo para ocultar ciertas insuficiencias, relativas sobre todo al discurso de fondo de Farhadi,que parece reducirse a unas pocas ideas repetidas una y otra vez durante demasiado tiempo.Como ya ocurría en 'A propósito de Elly', los árboles no dejan a veces ver el bosque, y eso sitúa aFarhadi en una posición ambigua: cineasta prometedor y sensible, parece que todavía le faltenunas horas de cocción.

    A favor: La construcción de un artefacto de funcionamiento perfecto, que nunca pierde el pulso.

    En contra: Su condición de alud imparable de imágenes y palabras, que a veces no deja espacio para la reflexión.

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