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    El origen de los Guardianes
    Críticas
    2,0
    Pasable
    El origen de los Guardianes

    La ilusión contra el miedo

    por Quim Casas

    El origen de los guardianes no tiene secreto alguno en su planteamiento: contra el miedo, la ilusión; contra las tinieblas, la bondad; contra la oscuridad tenebrosa, el universo fantástico de los regalos navideños. Porque eso es lo que hace esta película de animación, convertir a su modo en héroes fantásticos, incluso con toque de superhéroes, a personajes que han trascendido de la ingenuidad de la infancia hasta instaurarse en el imaginario colectivo se tenga la edad que se tenga: Papa Noel, el conejo de Pascua, el hada de los dientes de leche y Sandman, personaje popular del folclore anglosajón que ayuda a los pequeños a dormirse y hacer realidad cualquiera de sus sueños.

    Precisamente Sandman, el de siempre, el hombre de arena con pinta de muñeco de Michelin, no el creado en cómics por Neil Gaiman o el personaje de la canción de Roy Orbison "In Dreams", resulta el más imaginativo del filme, también el más poderoso; por momentos, parece surgir de un cómic de Otomo sobre futuros radioactivos y tener la misma fuerza sobrenatural de Akira. Junto a sus compañeros de sueños infantiles, y apoyados en el dubitativo Jack Escarcha, otro superhéroe infantil que haría buenas migas con los rebeldes sin causa de Nicholas Ray, Sandman se enfrenta con Sombra, el supervillano de la función, presencia ominosa capaz de generar un ejército de las tinieblas digno de Sam Raimi.

    Así funciona esta película, con innegables referencias cinematográficas y literarias, entre las leyendas conocidas y algún toque de personalidad, de recorrido algo fatigoso pero con secuencias que funcionan bien por sí mismas. Lo que está en juego es la inocencia, una cruzada como cualquier otra y el pretexto perfecto para revalidar una rivalidad secular entre las cacareadas fuerzas del bien y las tópicas fuerzas del mal.

    La película de William Joyce y Peter Ramsey discurre por parajes cómodos, nada incordiantes, sin explotar en demasía el volumen del 3D y con escenarios y fondos casi siempre más sugerentes, a nivel plástico, que la propia configuración de los personajes, sus movimientos y las situaciones a las que se enfrentan. Lo dicho, la ilusión contra el miedo en la enésima antesala de la Navidad.

    A favor: la idea de convertir en grupo de superhéroes a personajes tradicionales del imaginario infantil como Papa Noel, Sandman y el conejo de Pascua.

    En contra: la escasa originalidad del relato y los constantes espacios en blanco del mismo.

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