Tras un accidente que lo deja en cama durante dos meses, el realizador recupera imágenes y descartes que viene archivando durante ocho años. Con ellas elabora un filme sensorial, compuesto por retratos de amigos, paseos comentados por Barcelona y un viaje a su país natal, Venezuela, donde el caos impone su ley. Una película hecha de retazos que nos muestra el mundo más íntimo del cineasta, que por momentos no dista de ser tan onírico como una pintura de El Bosco.