John DeLorean, hijo de un inmigrante rumano, es un exitoso ingeniero de General Motors que tenía un gran sueño: construir un revolucionario deportivo. Con la ayuda del gobierno británico, instauró una planta en Belfast y, pocos años después, se cerró, dejando tras de sí corrupción, sospechas, detenciones por parte del FBI, 2.000 trabajadores en la calle y cerca de 9.000 coches producidos y mal vendidos.