Vrindavana es el nombre de una pequeña aldea al norte de la India. Pero Vrindavana también es un estado de conciencia, una dimensión de amor y hermandad. Sin más narrativa que la visual y sonora, Ernesto Baca crea un viaje que es más sensorial y espiritual que físico y palpable: la película como un estado de conciencia, las imágenes como una puerta a lo desconocido, el sonido como un puente a otro espacio.