"Django" es un brillante western moderno, dirigido por Quentin Tarantino. La trama gira en torno a la historia de un esclavo, Django, que se ve liberado por un dentista y caza recompensas llamado Dr. King Schultz, el cual necesita su colaboración para capturar a los hermanos Brittle, tres asesinos sin ningún tipo de escrúpulos. De esta relación nace una importante amistad entre estos dos personajes, reforzada sobre todo por la hasta ahora desconocida faceta de Django de terminar de una manera muy eficaz con todo tipo de criminales entusiasmados con el maltrato y el abuso. Ambos llegan a un acuerdo, y se ofrecen cooperación mutua: el Dr. Schultz ayudará a Django a encontrar a su esposa si éste le ayuda a capturar delincuentes. Este periplo llevará a esta pareja ante Calvin Candie, propietario de una plantación y multitud de esclavos, entre los que se encuentra Broomhilda, la amada de Django. En medio de esta situación encontraremos también a Stephen, fiel esclavo, el cual tendrá un papel clave en el desenlace de la trama.
El film, trata la brutalidad de la esclavitud en los estados sureños americanos de una forma inteligente, sin pasar de puntillas y con respeto. Tras una primera hora absolutamente fascinante con escenas memorables y un ritmo trepidante, la película entra en una fase más madura, lenta y con paréntesis de humor muy bien dosificado. Es en esa primera parte donde tienen lugar las mejores escenas y los mejores diálogos, más ingeniosos y críticos. La escena inicial, en la que se presentan a los dos protagonistas es puro cine y la escena del bar, en la que Django y el Dr. Schultz se toman una cerveza mientras esperan al sheriff es de las que hacen amar este vicio. Desde su inicio, que evoca directamente a los spaguetti western de los 60 y 70s, pasando por todas las subtramas durante el desarrollo del filme, hasta su final, la cinta se hace como mínimo amena y divertida, con situaciones típicamente tarantinescas violentas, magníficos diálogos, una tensión en algunas escenas que se sale de la pantalla, y por encima de todo, un estudio de personajes particularmente bueno: es impresionante ver personajes antágonicos entre sí tan casi perfectos como un mayordomo negro que destila racismo y crueldad por todos sus poros, la fría crueldad del esclavista, la transformación de un esclavo en hombre libre, y yo diría que por encima de todos está la figura de Christoph Waltz, cuya actuación da gusto ver y oír.
La historia está muy bien narrada, los personajes secundarios son igual o más importantes que los principales y están igual de trabajados y eso se nota. Los juegos con la velocidad, las secuencias a cámara lenta y los zoom tan drásticos funcionan a la perfección. Tampoco puedo olvidarme de mencionar la excelente fotografía. Con solo ver algunos planos se nota que el film no está hecho por ningún aspirante a cineasta, sino por uno ya perfectamente consagrado. Las más de dos horas y media dan para mucho, pero incluso con sus abundantes tiempos de calma, no cansan. Tenemos esclavitud, venganza, drama, oeste, tiros, violencia, humor negro inteligente y bueno, y hasta un romance que es el trasfondo de toda la historia. La verdad es que antes de la Guerra Civil americana coincidieron los últimos años de esclavitud en las plantaciones de algodón con el entorno clásico que llamamos "el Oeste", pero nunca hasta ahora nadie se había atrevido a mezclar ambas ideas hilvanadas en la misma historia. También consigo apreciar por parte de Tarantino un punto de vista un poquito más comercial, sin abandonar su estilo propio. Es una constante loa a la extravagancia. Su visión de la realidad se sitúa fuera de los límites de lo común.
Las actuaciones son sublimes, empezando con el grandioso Christopher Waltz encarnando al Dr. King Schultz, que como he mencionado antes, está por encima del resto, qué manera de comerse la pantalla, el cual hace la mejor actuación de su carrera. Creo que el mundo agradece a Tarantino haberlo sacado del anonimato y presentarlo como uno de los mejores actores de la actualidad. Prueba de ello, son los 2 Oscar que ya lleva a sus espaldas. El protagonista Jamie Foxx como Django, cumple con creces en su rol, en el papel del esclavo negro que ha venido a rescatar a su esposa de inescrupulosos traficantes de esclavos. Sin duda, su mejor interpretación. Samuel L. Jackson encarnó a Stephen, siempre odioso y con un gran papel de un miserable traidor de su propia raza. Leonardo Di Caprio como Calvin Candle, es quién domina los terrenos de Candyland y maneja las peleas mandingas. Posee una mirada punzante capaz de matar a todo esclavo, y una mente privilegiada. Y para finalizar, destacar la correcta labor de Kerry Washington, que encarna a Broomhilda, la amada de Django, sufrida como la que más.
En definitiva, un western moderno que bebe de tantas fuentes cinematográficas que parece imposible nombrarlas todas. Tarantino nos deleita con esta obra tremenda con una concepción visual y atmosférica a destacar, altas dosis de gore y humor negro. La ambientación, su vestuario, los parajes, la atmósfera, es un gran mérito del equipo de producción. Diálogos inteligentes, momentos de suspense alrededor de una mesa, una banda sonora tan transgresora como potente y acertada, momentos de ironía, sarcasmo y risas. El western perdido, que generaciones enteras arrasadas bajo el yugo de la esclavitud esperaban. Monumental, lírica y geométrica. No apta para racistas, ni insensibles, pero todo aquel al que le duelan las injusticias, tendrá en este film, un rato de justicia poética para deleitarse.