'El Bulli: Cooking in Progress' se estrenó coincidiendo con el epitafio del restaurante de las tres estrellas. El Bulli cerró sus puertas en julio de 2011. Según las declaraciones de su creador, se trata sobre todo de una transformación: ahora se convertirá en un centro de investigación culinario hasta 2014.
El jefe, Ferran Adrià, jamás se opuso a la intrusión del equipo de rodaje en sus locales, pero la convivencia se reveló a veces complicada, tanto para los cocineros como para el equipo de la película. Así, además del desorden previsible causado por las cámaras y micros en una cocina exigua, la utilización de un vocabulario técnico y de gestos tradicionales de la lengua española, desvió un poco al cineasta alemán, que a menudo tuvo que acudir a pedirle consejo a su mujer y socio, Anna Ginestí Rosell.
Debido a la atención que se presta a la preparación de los platos, el equipo del documental solamente rodó durante unas horas la apertura del restaurante. Los planes consistían en rodar antes de que se abriera por la tarde: "El cie no puede transcribir el sentido del gusto, y observar cómo la gente come, no nos resultaba atractivo. Es por eso que tratamos de realizar la integridad de la película colocándonos desde el punto de vista de los fogones", explica el realizador.
Este documental no es el primero que se hace en torno al restaurante con más estrellas del panorama español: los numerosos programas de televisión y otras producciones más o menos independientes, ya habían estudiado el fenómeno. Los catálogos culinarios publicados por el equipo de El Bulli, permitieron al cineasta realizar un trabajo primitivo de investigación. Así, sus intenciones se diferencian del resto de trabajos sobre la figura de Adrià: no es el restaurante lo que les llamó la atención, sino los propios platos, y el esfuerzo que se ejercía sobre ellos. 'El Bulli: Cooking in Progress', también es una descripción del proceso creativo y no del estudio de un fenómeno, por lo que se utiliza los platos como hilo conductor de la película. Este nuevo enfoque fue el que convenció al chef a aceptar la presencia de las cámaras en su lugar de trabajo.
A pesar de su título ('El Bulli: Cooking in Progress'), no es el restaurante mismo el que interesó al realizador Gereon Wetzel y a la guionista Anna Ginestí Rosell; sí "El Taller", es decir el taller de creación culinaria. En efecto, el matrimonio quería introducirse en el proceso de gestación de todo, y pensaban dedicar el documental a parcelarlo en dos semestres: uno para la creación y otro para los pequeños detalles. "Nos intrigó que su jefe quisiera cerrar el restaurante seis meses al año con el fin de encontrar nuevas ideas. Se aislaba del mundo con sus cocineros, como monjes en un convento, dispuesto así a perder la mitad de su volumen de negocios anual para dejar expresar su creatividad. Encontrábamos esto a la vez raro y fascinante", explica la guionista.
Ferran Adriá es una leyenda en su dominio. Es uno de los partidarios de la cocina molecular, que prefiere nombrar como "cocina de vanguardia". Procura guardar los sabores de la cocina tradicional catalana experimentando nuevas texturas. Su restaurante, El Bulli, ha tenido tanto éxito que podía recibir más de 2 millones de demandas de reservas al año (para 8000 plazas disponibles). Se encuentra distinguido por tres estrellas de la guía Michelin, y ha sido designado por la revista "Restaurant" cinco veces como el mejor restaurante del mundo.