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    El último cazador de brujas
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    El último cazador de brujas

    Brujería en Nueva York

    por Xavi Sánchez Pons

    Hace tiempo que las medianas y grandes producciones de Hollywood que tocan el cine de género adoptan las formas de la serie b clásica. Un espíritu pulp con argumentos relajados (la verosimilitud aquí no es el objetivo) y fantasiosos (una apuesta agradecida por lo sobrenatural sin cortapisas) que ofrece diversión y escapismo durante un par de horas. El último cazador de brujas es un buen ejemplo de esa práctica, un entretenimiento ofrecido con mano de artesano por Breck Eisner que une aventuras y terror mainstream. Un producto destinado a todos los públicos en un claro exponente de cine de barrio adaptado a los tiempos que corren; vivimos en la era del CGI, de los chascarrillos declamados por el héroe protagonista y de las referencias pop.

    El mérito principal de la película hay que otorgárselo a sus guionistas. Cory Goodman (El sicario de dios), Matt Sazama y Burk Sharpless (ambos firmantes del libreto de Drácula, la leyenda jamás contada) han sabido crear una historia hasta cierto punto original y con encanto: un cazador de brujas inmortal (Vin Diesel), personaje que parece salido de una saga menor de la Marvel, con base en la Nueva York actual que se dedica a luchar contra todo aquel hechicero que ejerza la magia negra. Detalles como el consejo de sabios y la prisión de brujas situados debajo de una céntrica iglesia neoyorquina; el centinela de la cárcel, una especie de escorpión gigante con aspecto de árbol animado; o el bar secreto donde todos los practicantes de brujería acuden a divertirse; dejan clara la conseguida apuesta del filme por la fantasía. En ese sentido también vale la pena destacar lo bien diseñadas que están las escenas donde aparece la bruja, antagonista de Diesel, una villana que parece salida de los cuentos más oscuros de Disney. Otro aspecto a destacar es la presencia de Michael Caine como fiel sirviente del héroe, un personaje que nos hace pensar de forma automática en el rol que tuvo el actor inglés en las entregas del Batman de Nolan.

    Donde flojea más El último cazador de brujas es en su puesta en escena, como decíamos antes ejecutada con mano de artesano por Breck Eisner (Los Crazies). El director de Sahara se pasa en su espíritu gregario con el producto que tiene entre manos, a ratos demasiado convencional, y debería haber imprimido más nervio y alguna idea propia a la función. A esta película le hubiera beneficiado más un nombre como el del gamberro Tommy Wirkola, especialista en esto de la brujas, ahí está su moderna versión de Hansel y Gretel, y verdadero fan del fantastique más verbenero.

    A favor: todas las apariciones de la bruja, villana de la función.

    En contra: la dirección plana, a ratos gris, de Breck Eisner.

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