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    Headhunters
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Headhunters

    La buena salud del thriller nórdico

    por Mario Santiago

    El chispeante arranque de 'Headhunters', en el que un ladrón de arte se vanagloria de su pericia como saqueador de guante blanco, hace pensar en la alegre amoralidad de algunos referentes yanquis del cine de cacos, de 'El secreto de Thomas Crown' (en sus dos versiones) a la saga de los 'Ocean's Eleven' (sobre todo en su nueva versión). Sin embargo, lejos del exótico colorido de aquellas películas, ‘Headhunters', dirigida por Morten Tyldum, se asienta sobre una paleta de colores más apagada, entre el azul oscuro y el gris, los tonos característicos del thriller nórdico. En realidad, resulta imposible hablar de este filme noruego (con co-producción alemana) sin adentrarnos en las movidas aguas del "noir escandinavo", un subgénero que en su vertiente literaria atraviesa una particular edad de oro gracias a autores como Henning Mankell, Åsa Larsson y, sobre todo, el difunto Stieg Larsson, autor de la trilogía de 'Millenium', cuya frialdad y crudeza planea sobre las imágenes del filme de Tydlum. En realidad, 'Headhunters' adapta una novela de Jo Nesbø, representante noruego del subgénero, y cabe decir que el aplastante éxito de público que ha tenido el filme en su país, así como la buena recepción internacional, ya ha propulsado su remake norteamericano. La fábrica nórdica for export no parece dispuesta a echar el freno.

    Centrándonos en la película, cabe reconocer el oficio que demuestra Tyldum a la hora de poner en escena una historia plagada de secretos y mentiras. El protagonista, Roger Brown (un notable Aksel Hennie), es un headhunter -un cazatalentos empresarial- que en sus ratos libres desvalija los departamentos y oficinas de los "talentos" a los que entrevista. Aquí hay que matizar que Brown roba para colmar los costosos caprichos de su bella esposa, Diana (Synnøve Macody Lund), que está a punto de abrir una galería de arte. En la inauguración, a través de Diana, Roger conoce al atractivo Clas Greve (Nikolaj Coster-Waldau, famoso por su papel de Jaime Lannister en 'Juego de tronos') un ex-mercenario reconvertido en hombre de negocios. Y así se completa el triángulo protagonista de este escurridizo thriller que hará de la vuelta de tuerca su principal modus operandi.

    Sin prestar demasiada atención a la verosimilitud del relato, 'Headhunter' bambolea a placer entre las diferentes caras del thriller, de la historia de ladrones a la contienda amorosa, pasando por la intriga corporativa. Todo bien mezclado, no agitado, para conformar un cóctel que fluye y entra como el agua. La película no consigue escapar a los efectismos de rigor del thriller contemporáneo -esas ráfagas de flash-backs sobre-explicativos con los que se desprecia la inteligencia del espectador-, pero el espectáculo se mantiene vivo gracias a la eficaz puesta en escena y al tono festivo de sus mejores pasajes. Así, una vez el cazador se ha convertido en presa, arranca una persecución con pinceladas gore que tiene aliento de puro terror survival: la forma que tiene el filme de encadenar un pozo de heces, un "cuerpo a cuerpo" con un cánido diabólico y una imposible huida en tractor es tan hilarante como eléctrica. Digamos que, en sus mejores momentos, la película apela a una escatología cercana a la de Paul Verhoeven, mientras que el baile de identidades y giros imposibles haría las delicias de Brian de Palma.

    Puede que no valga la pena escarbar demasiado en los resortes psicológicos de 'Headhunters', y tampoco parece recomendable poner a prueba la lógica del relato; sin embargo, como lúdica inmersión en los vaivenes menos solemnes y graves del noir escandinavo, la película garantiza buenas dosis de nervio, estilo y malicia.

    A favor: La huida desesperada del protagonista por la Noruega rural.

    En contra: El frágil trasfondo sentimental del relato.

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