Magistral continuación de la obra de Marcel Pagnol que con gran acierto continúa con la última escena vista en su antecesora, manteniendo el frescor y colorido que la caracterizaron, la misma gracia, sabiduría y esmero del formato presentado originalmente y todo su encantador ambiente, una soberbia puesta en escena que ahora se centra en el drama, en las consecuencias inevitables surgidas de las decisiones impetuosas y aceleradas que le precedieron.
La alegría, jovialidad inicial desaparecen para avanzar hacia la madurez y responsabilidad de decidir destino, elegir camino y aceptar la vida que conlleva, tristeza, lloro y dolor al dejar atrás la ensoñación de la juventud, al refugiarse de los daños del amor perdido y situarse con serenidad y conformismo en la nueva vida ofrecida.
La velocidad y atropello de la anterior dejan paso a la reflexión, la calma y el pensar, mantiene su profundidad en los diálogos y su salero en el habla aunque con el evidente abandono de la fantasía y la locura de un primer amor para seguir con la dureza de la realidad que espera, un descanso teatral para continuar con la obra y descubrir el devenir de la historia de estos queridos personajes.
Una actuación, paseo más lento y agónico, desesperado y lineal, mantiene la loable presentación recordada, todo su espléndido decorado pero el argumento vira de la inocencia de una sonrisa ardiente y seductora a la amargura del futuro que vendrá, lamento y aceptación del olvido de la diversión y albedrío, inocencia e inmadurez que deja paso al crecimiento repentino y obligado.
Filme que mantiene su atractivo, su carisma y su peculiar sabor, sus espléndidos ingredientes con la misma calidad y devoción, arte y cumplido salero sólo que en esta ocasión es la voz de la razón la que guía sus vidas, la lógica y el entendimiento marcan el guión dejando a un lado, aparcado en pausa y espera, al corazón y su indulgente y revolucionario bombeo, la firmeza frente al caos, una resignación que anula la esperanza, cordura y coraje que calman esas ilusiones y sueños que hieren y devoran lentamente, contención y moderación ante la ansiedad y ajetreo de un respirar loco y un latido mareante.
Marius eligió, Fanny ha elegido, César es fruto de ambos, ¡veremos por dónde transcurre su andadura!