Sorprende gratamente ver y descubrir a Jason Statham en un papel más emocional de lo normal, afectiva-sensible-delicada presencia que le sienta muy bien a su cuerpo perfectamente musculado. En una película de acción protagonizada por él, sabes lo que buscas -golpes efectivos y rotundos, puños como arma letal, movimientos rápidos, secos y cortantes, potente lucha cuerpo a cuerpo..., y por supuesto, él sentado a los mandos de un impresionante coche ofreciendo su ya mítica conducción- y aunque ofrece literalmente todo lo mencionado, es más importante el aspecto sentimental de su personaje, su cautiva y caótica relación con la fémina acompañante, su aparcada dureza que da paso a cálidas e hipnóticas miradas de complicidad, cómodos penetrantes silencios para exhibir a un individuo que es mucho más que una máquina de matar; 40 frustrantes minutos de espera para la llegada de la acción deseada, evolución lenta y necesaria para el sentido desarrollo de un post-traumático ex-combatiente que sólo dispone de ocho meses para redimirse; mismas características de siempre pero con un toque distintivo, apreciado distinguido placer que se saborea con mayor intensidad conforme ruedan las escenas, melancólico y sombrío vagabundo, carismático solitario que hechiza y encandila, original y atractivo giro que se aleja de un formato clásico y repetitivo muchas veces explotado por él. Fotografía oscura y sombría del submundo londinense que aviva un escenario ideal para las andanzas de un héroe enamorado cuyo diabólico martirio le acompaña donde quiera que va, inaccesible descanso o consuelo que sacie su alma y permita respirar a su maltrecho y abatido corazón. Sin duda alguna quién más sale ganando, pródigo beneficio merecido, es este potente y vigoroso actor que tiene la posibilidad de desarrollar un personaje más allá de su cuerpo físico, potencial emotivo que despliega con arte y buen empeño y que capta inmediatamente su público devoto siempre que sea un poco benévolo, le dé una oportunidad y ceda en su deseo de más adrenalina y viva acción sin maldad oculta; novedoso y contundente rumbo inesperado, fulminante viraje bien acogido y de óptimos resultados que satisface plenamente. Un poco menos de acción para más contenido argumental, satisfactorias emociones que se viven y disfrutan con simpatía y alegría no contenida; menos carne en el bocadillo pero más sabor en cada mordisco, bocado más gustoso y placentero.