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    El vuelo (Flight)
    Críticas
    1,0
    Muy mala
    El vuelo (Flight)

    Aterriza como puedas: borracho, drogado o dormido

    por Alejandro G.Calvo

    Para no ser del todo destructor, empecemos con un elogio: ‘El vuelo (Flight)' tiene, probablemente, el mejor arranque de Robert Zemeckis desde los tiempos de ‘Regreso al futuro II' (1989). En él vemos a Whip Whitaker (Denzel Washington) encerrado en una habitación de hotel junto a una joven desnuda, compartiendo con ella cigarros, alcohol y rayas de cocaína. Gran momento, sin duda, cuando el cuerpo desnudo de ella se desenfoca al final del plano mientras Washington suelta todo un arsenal de tics de intérprete borrachuzo, congelando ese amanecer narcortizado por los viciosos e inconscientes amantes, a la postre, piloto y azafata de pasaje de un vuelo continental de futurible azaroso trayecto. Son cinco minutos que tienen cierto arte demodé, como si el núcleo duro del cine mainstream americano quisiera validar los códigos (no)genéricos de la nouvelle vague; una muestra de libertad creativa dentro del esquematismo orquestal más adocenado. Vaya, o un error de su director, o una notable falta dislexia del crítico arriba firmante.

    A partir de ahí la película (y el avión) caen en picado. Y es que quizás el espectador despistado entre a ver una película llamada "Flight", del director de ‘Cuentos asombrosos' (1986) y ‘¿Quién engañó a Roger Rabbit?' (1987), y piense que se vaya a encontrar, no sé, con una versión de ‘Los siete samuráis' sustituyendo a los guerreros japoneses por Black Hawks norteamericanos o un crossover entre ‘Con Air' (1997) y ‘Air Force One' (1997), tanto da. Pero lo cierto es que la última película de Zemeckis no es, ni de lejos, un vibrante sci-fi o un film bélico de altos vuelos, sino más bien una película del género "Sandra Bullock" (versión dramática): un melodrama de sobremesa (de un canal residual) sobre lo pernicioso que resulta el alcoholismo (y las adicciones en sí), capaces de destruir hasta a los americanos más puros, caso del piloto-héroe nacional protagonista.

    Dada la pesadez y aburrimiento de la trama – es un continuo: lo dejo / no lo dejo-, y dada su postura ultra conservadora y moralista al respecto, sólo le queda al espectador disfrutar de la interpretación de un Denzel Washington conscientemente embotado, feo y antipático, al que la compañía aseguradora trata de salvar pese a quién pese (incluso a sí mismo). Es en esos sardónicos momentos cuando Zemeckis logra imbuir algo de humor a esta película inconscientemente embotada, fea y antipática, en la línea de sus peores obras: ‘Contact' (1997), ‘Lo que la verdad esconde' (2000) y ‘Náufrago' (2000).

    A favor: El vuelo que da título a la película, qué buen cortometraje habría quedado.

    En contra: ¿Cómo un drama sobre el alcoholismo puede durar dos horas y media?

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