Mientras que el número de jóvenes parados en Inglaterra alcanzó la barrera fatídica del millón de personas por primera vez en 2011, Ken Loach y su guionista habitual, Paul Laverty, querían hablar de esta generación sacrificada en 'The Angel's Share', como ya lo habían hecho antes en 'Sweet Sixteen (Felices dieciséis)' (2002).
El término "the angel's share", que da título a la película, proviene del mundo de la destilación del alcohol. Designa la parte del volumen de alcohol que se evapora durante su envejecimiento, un proceso que permite al whisky escocés alcanzar los 40° mínimos necesarios para su denominación.
Ken Loach se reencuentra en esta película con William Ruane, al que ya ha dirigido en varias ocasiones, primero en 'Sweet Sixteen (Felices dieciséis)' (2002), luego en una película de sketches titulada 'Tickets' (2005). Dos largometrajes en los que también aparecía Gary Maitland, presente también en el reparto de 'The Angel's Share'. El cineasta y Ruane no habían trabajado juntos desde la célebre 'El viento que agita la cebada', que se llevó la Palma de Oro en 2006. Loach reconoce haberse servido de este actor, al que conoce bien, para dirigir al resto del reparto, que le seguía más fácilmente.
'The Angel's Share' supuso la 17 participación de Ken Loach en el Festival de Cannes. Su primera vez fue con 'Kes', en 1970 y desde entonces ha sido recompensado en cuatro ocasiones: con el Premio de Cine Contemporáneo por 'Looks and Smiles' (1981); con dos Premios del Jurado por 'Agenda oculta' (1990) y por 'Lloviendo piedras' (1993); y con, por supuesto, la Palma de Oro por 'El viento que agita la cebada' (2006).
El realizador vuelve a unir gracias a esta película dos lugares recurrentes en su filmografía: Escocia y Glasgow. Ken Loach siente por ellas atracción, que se explica en parte por su afinidad con el guionista Paul Laverty, originario de la costa occidental del país.
La película cuenta en sus filas con un auténtico profesional del whisky, el personaje de Charles MacLean, interpretado por Rory McAllister. Mientras escribía la película, el guionista Paul Laverty lo conoció, y su visión del personaje cambió radicalmente. A partir de sus indicaciones y sus consejos, Ken Loach decidió entonces confiarle el papel, prefiriendo tener un apasionado de whisky que jamás había interpretado antes que a un actor que no supiera nada del tema.