El director Michael Collins debuta con este documental centrado en la figura de un joven que un año después de alcanzar la mayoría de edad fue acusado de un delito de homicidio en Filipinas en 1997. El chico, de nombre Paco Larrañaga, fue encarcelado sin apenas pruebas que lo relacionaran con el delito. Su único punto de conexión con el crimen es que conocía a las chicas que fueron secuestradas y asesinadas. El director escarba en este caso escabroso y en la raíz del problema social y judicial que lo motivó y que generó la injusticia de encerrar a un hombre que probó que ni siquiera estaba en la ciudad en el momento del crimen y que se encontraba a 300 kilómetros del lugar de los hechos. Ha pasado mucho tiempo y Larrañaga evitó la pena de muerte y en la actualidad cumple prisión en nuestro país después de ser extraditado a la espera de poder probar su inocencia.
Un alegato en contra de los abusos de la justicia en muchos países en los que los derechos civiles sufren atropellos constantes.